Garbo - Dietrich - Kelly - Hepburn.. Cuatro mitos del cine.

Garbo - Dietrich - Kelly - Hepburn.. Cuatro mitos del cine.
Estrellas leyendas del cine dorado. Escenas con intriga y misterios, ilusión y desengaños, amores y traiciones, pasiones y odios. Son algunas de esas grandes estrellas, entre el universo de los mitos del cine. Estrellas del fascinante cine en “Blanco y Negro”. (Clic imagen portada)

domingo, 20 de octubre de 2019

Anouk Aimée. Una belleza sofisticada y enigmática. Seductora de la cámara, terminó siendo la eterna musa del director francés Claude Lelouch.

Anouk Aimée. Bella y enigmática, una actriz de
culto que supo seducir y enamorar a la cámara.
Anouk Aimée, un mito viviente que enamoró a la cámara. Una estrella del cine que fue la eterna musa de Claude LelouchSus frases más conocidas:
       
"Sólo puedes percibir la belleza real en una persona a medida que envejece".
    
"Es mucho mejor desear que tener. Cuando lo tienes todo, la ilusión desaparece y el deseo que tuvieras se desvanece".
          
"Los mejores años de la vida son los que aún están por vivir". Es una frase que ella tomó de Víctor Hugo y que a Claude Lelouch, el director francés, le sirvió para el titular de su film. Mucho después, Anouk y Claude, reconocerían: "Los mejores momentos de la vida son los que aún perduran en tus recuerdos y que deseas volver a vivir".
        
Como tomó también de su amigo Claude: "El flechazo del amor ocurre cuando uno reconoce a alguien que le ha amado antes, quizá en una vida anterior, o tal vez en esta misma vida, mucho antes y sin saberlo, y ahora se da cuenta que le ama". 
     
La vida de la actriz francesa ha estado marcada por un personaje, el de Anne de "Un nombre y una mujer". Impresionante aquella escena en la que termina con este diálogo: -Me parece que no está contento, no hemos pedido muchas cosas, -dice Anne, refiriéndose al camarero porque no han pedido entrantes para cenar en el restaurante. -¿Quieres verlo satisfecho? -le pregunta Jean-Louis a ella, -¡camarero...-llama al camarero, -diga,señor, -responde éste, -¿tienen habitaciones? - pregunta él. Se produce entonces un movimiento del plano en que la cámara aleja la escena, al tiempo que entra el tema principal de la banda sonora de Francis Lai. Mientras transcurre la música, se produce la escena final, la del reencuentro de los dos amantes.                   
     
Un director de cine francés la vio en la calle y quedó cautivado
por su fotogenia. La chica sólo tenía 14 años.
Anouk Aimée. Francesa, nacida en Paris el 27 de abril de 1932. De nombre original Francoise Sorya Dreyfus. De padre judío y madre católica. De la madre, que era actriz, heredó su vocación. Comenzó sus primeros papeles cuando sólo tenía 14 años. Un día, Francoise paseaba con su madre por la calle, se cruzó con Henri Calef, un director al que le llamó la atención el encanto  de su rostro y que le ofreció un papel en el film "La maison sous la mer" (1947). Su personaje se llamaba Anouk, y de él tomó su nombre artístico, completando su apellido Aimée con el de otro de los personajes un guión de otra película del mismo año y que no llegó a terminar. En "Les amants de Verone", del mismo guionista, ya completaría su nombre artístico. Su consagración como actriz llegó a los 28 años cuando hizo "La dolce vita" y la rubricó con "Lola" al año siguiente. Poco después fue candidata al Oscar a la mejor actriz por su papel en "Un hombre y una mujer". Curiosamente, aunque nunca llegó a aparecer como una mujer de exuberante atractivo, ni una sex-symbol, la  revista Empire la eligió para el puesto 56 entre las 100 estrellas más sexys de la historia. Se le conocen 75 rodajes, entre los filmes que protagonizó, los que aparece como actriz secundaria y en series de televisión. Uno de los premios más reconocidos que tuvo fue el Oso de Oro de Honor del Festival de Cine de Berlín y que recibió en el 2003. En cuanto a sus relaciones de matrimonio, aparte de estar casada cuatro veces, tuvo una relación de pareja con Marcello Mastroianni.
        
De dos escenas de Anouk, en "La maison sous la mer" y "Les amants de Verone"
Antes de iniciarse en la interpretación, Anouk Aimée se formó en una escuela de París, terminando sus estudios de danza en la Ópera de Marsella. Luego estudio teatro en Inglaterra. En 1949 hace su primera película, ya con su nombre artístico, "Les amants de Verone". Sólo tiene 17 años y el director André Cayatte le da el papel protagonista. Entre 1950 y 1953 la actriz completa su formación, alternando con algunos papeles de escasa trascendencia. En 1955 consigue llamar la atención de la crítica francesa con una película de Alexandre Astruc, con Jean-Claude Pascal en el reparto, con quienes ya había trabajado anteriormente. El título de este definitivo debut es "Les mauvaises rencontres". Sin embargo, aún tienen que transcurrir dos o tres años para llegar al estrellato. 
       
Phillips y Aimée en una escena de "Les amants de Montparnasse"
El momento del éxito le llega en 1958 cuando Jacques Becquer la elige para uno de los papeles protagonistas de la película que está preparando. Se trata de "Los amantes de Montparnasse". La vida de los últimos meses del pintor Modigliani en el retrato filmado "en blanco y negro" de una película genial en la que vemos al artista pintando enfebrecido y consumido por el alcohol, enfermo y en la más absoluta de las miserias, apoyado sólo por su fiel amigo y su mujer Jeanne (Aimée). Excelente Gerard Phillips en el papel de Modigiani, convincente y muy romántica Anouk Aimée, que entones tenía 25 años, y con Lilli Palmer, para completar el reparto. Trágica, como la vida de algunos de los mejores artistas de la historia, pero... todo un film de culto
      
Dos planos de Anouk Aimée, de escenas de "La dolce vita". La segunda con Marcello Mastroianni.
De la filmografía de Anouk Aimée, de la que conocemos unas 30 películas, aunque rodó más de 70, podemos determinar como el comienzo brillante de su carrera de gran actriz ya en el 1960. Y es precisamente con una obra maestra del cine: "La dolce vita" de Fellini, el punto de partida. Después de ser dirigida, en la mayor parte de las ocasiones por directores franceses, es ahora el mítico director italiano Federico Fellini, quien la elige para el papel femenino protagonista del film, junto a Marcello Mastroianni y Anita Ekberg. Escribe Guillermo Alfares, del Diario El País, refiriéndose a la película: "un film de una imaginación visual memorable y una profunda e iconoclasta reflexión crítica sobre la sociedad de su tiempo", añadiendo de ella, por su parte, Luis Martínez, del Diario El Mundo, "... se levanta en medio como la piedra angular de una manera de concebir y entender el mundo, hasta la exaltación erótica de la misma decadencia de la muerte". Indudablemente, valga la redundancia, la inmortalidad de algunas de las escenas se debe, no sólo a la maestría de Fellini, sino a la genialidad interpretativa de Mastroianni y al incipiente talento de Aimée, imprescindible aquí su aportación. El film tuvo un reconocimiento que le llevó a ser premiado internacionalmente y ser designado por la crítica como "película del año".
           
Es un primer plano de Aimée en una escena de "Lola".
De los trabajos que hizo Anouk Aimée en 1961, cabe destacar "El juicio universal", de Vittorio de Sica, con un reparto de lujo en el que figuraban Vittolrio Gassman, Alberto Sordi, Nino Manfredi, Silvana Mangano y Fernandel. "Lola", fue el otro film que rodó bajo la dirección de Jacques Derny, y en el que tuvo un lucimiento más notable que en el trabajo anterior. Después de un par de años en los que Anouk no nos ofrece nada interesante, llega la etapa más madura de la actriz. Con Dino Rissi hace "El éxito" (1963), una comedia italo-francesa que protagoniza junto a Vittorio Gassman y Jean-Louis Trintignant.
             
Con "Ocho y medio", Anouk Aimée revalidó su estrellato.
Seguimos en 1963. Anouk trabaja nuevamente con Federico Fellini en "Fellini, ocho y medio". En el reparto, Marcello Mastroianni y Claudia CardinaleUna comedia dramática en el contexto de "cine dentro del cine". "8 y 1/2" -decía un titular de la crítica- es una obra maestra absoluta que despliega el mejor talento del realizador italiano en cada uno de sus fotogramas". Michael Newton dijo, refiriéndose al film: "En su mejor versión de creatividad artística, Fellini se enfrenta a un reto de fascinante juego intelectual". Y se añadía: "Sus películas muestran un equilibrio perfecto entre la fantasía y la realidad, y donde más evidente se muestra esta evidencia es en esta obra surrealista, como su clásico autobiográfico". La película obtuvo dos Oscar, además de otros muchos premios, y está considerada como "la alucinógena obra maestra de Fellini, la película de las películas". La música, al igual que "La dolce vita", está compuesta por Nino Rota.
          
A la izquierda, planos de algunas apasionadas escenas de amor entre Anouk Aimée y Jean-Louis
Tritignant, y que corresponden al film "Un homme et une femme" de 1966.
Entre 1964 y 1965, Aimée no rueda ningún trabajo significativo. Sin embargo, en 1966 protagoniza, por una parte, "Las estaciones de nuestro amor", un drama político que co-protagoniza con Enrico María Salerno. Un film, en su momento interesante, que premia el Festival de Berlín en ese año. Pero es su gran obra de interpretación, "Un hombre y una mujer", la que la convierte en una de las estrellas más carismáticas de la historia del cine. Con dirección de Claude Lelouch y con Jean-Louis Trintignant en el reparto, el Oscar a la mejor película no inglesa, 2 Globos de Oro, Palma de Oro en Cannes y un montón de premios más, la película viene a ser la culminación de la actriz. Y respecto al trabajo de Lelouch, puede decirse que es, sobre todo, una obra artística en cuanto al diseño de su fotografía, siendo calificada por la crítica como "exuberante", en tanto que ofrece frecuentes secuencias entre tomas a todo color, en blanco y negro, y otras con tonos en sepia, dependiendo de la escena.
                
Lo cierto es que "Un hombre y una mujer" ("Un homme et une femme", su título original) se convierte en una de las películas más célebres de los años 60, cumbre del cine romántico de la época, y con la que se consagran en todo el mundo, tanto su director Lelouch como Aimée y Trintignant. El argumento gira en torno a una historia de encuentros y desencuentros de un hombre y una mujer. Con ella y una impecable banda sonora compuesta por Francis Lai, el director construye un relato cinematográfico en el que mezcla planos originales alrededor de los protagonistas con el apoyo de la música que sustituye en ocasiones a los diálogos. Sin ninguna duda, la actuación de Anouk Aimée  es genial, tanto en sus apariciones como en su interpretación.
         
Escenas de "Una noche, un tren", "Una cita", "Justine" y "Un hombre y una mujer: 20 años después".
Lo extraño de la actriz francesa es que a partir del prestigio que obtuvo y de un reconocimiento estelar, como el que tuvo con el film de Lelouch, se va a producir un declive en los trabajos de la mayor parte de las películas que rueda. En 1968 protagoniza junto a Yves Montand "Una noche, un tren". En 1969, "Una cita", de Sidney Lumet, con Omar Sharif. "Justine", de George Cukor, con Dirk Bogarde. "Estudio de modelos", de Jacques Demy, con Gary Lockwood. Después de casi diez años sin hacer apenas cine, Aimée vuelve a las producciones italianas, aunque con muy poco éxito. Solo destacan, si acaso, aunque ya en 1986, "Un hombre y una mujer: 20 años después", que dirige de nuevo Claude Lelouch y con Jean-Louis Trintignant, una secuela de la primera versión.
           
Cuando nos referimos a la belleza de Anouk Aimée, no la vemos como una mujer, exclusivamente,
de atractivo físico, o del reclamo sexual con el que vemos habitualmente a las actrices "estrellas".
Vemos su exquisita elegancia, su mirada enigmática, su porte sereno y su contenida sonrisa.
La actriz francesa no se retira de los rodajes y aparece en algunos films, incluso en papeles secundarios, también en alguna serie para la televisión. La pregunta es... ¿Qué pasó con la carrera de Anouk Aimée? Lo que yo creo es que no era una actriz comercial y el consumo de taquilla exigía un perfil más real con los tiempos, quizá no había suficiente impacto en la atracción que el público pedía entonces. No olvidemos que era una actriz de culto; y ni los productores, ni los directores estaban para arriesgar su tiempo y dinero sin garantías para rentabilizar una producción. No sé si fue debido a la tendencia romántica de una trayectoria interpretativa como la que marcaba Anouk Aimée, que pasó de moda y decayó después, o la idea decepcionante de mencionarla en el reparto de las malas producciones en las que luego trabajó,  pero el público y la crítica ignoró su talento, las distribuidoras no entendieron la difusión del mensaje de su imagen, y yo mismo voy a pasar por alto la filmografía que siguió hasta hoy. Como excepción mencionaré solo un trabajo que hizo bajo la dirección de Philippe Claudel, en un papel secundario y entre un reparto de intérpretes muy poco conocidos. Se trata de la producción francesa "Silencio de amor". La prensa mencionaba "el escaso encanto de la película", aunque añadiendo "...la breve aportación, entre poético y agridulzona, de Anouk Aimée".
        
La versatilidad de la fotogenia de Aimée se adaptaba tanto al formato "blan y negro" como al color.
La ausencia de su sonrisa externa lo compensaba el encanto que parecía encubrir bajo su timidez. 
                
La sorpresa nos la llevamos cuando conocimos el rodaje y más tarde el estreno de la tercera parte y secuela de "Un hombre y una mujer". La película que cerraba el ciclo de la historia y que muy recientemente se ha exhibido en las pantallas este mismo año 2019. El hecho es que la apuesta estaba hecha hace ya algún tiempo. Volvían a reunirse Claude Lelouch, Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée después de 53 años. El reto se llamaría "Los años más bellos de una vida". La crítica, al parecer apuntó que el intento no había sido tan acertado como podía esperarse, al menos para ofrecer el brillante resultado de su obra original. Supongo que no es que Lelouch fracasara al intentar recuperar un trabajo nuevamente artístico, al tiempo que romántico y conmovedor, que lo consigue, al menos en parte. Yo creo que son algunas escenas, que no funcionan en el contexto de la nostalgia, además de que los planos ya no tienen el encanto original que tenían en la historia que dio origen a la trama de la trilogía. Tal vez, al intentar recomponer ahora una conclusión, estamos matando la belleza de aquel maravilloso melodrama, tan brillante entre sus encuentros y desencuentros. Puede que, incluso con esta secuela, estemos cayendo en la tentación de pensar y reconocer que aquel film de hace más de 50 años describiera una historia tan rancia como cursi, como se ha dicho, o al menos, y como yo digo, vista desde hoy, desde el contexto temporal de la actualidad.
       
Fotograma de la película "Los años más bellos de una vida",
recién estrenada en octubre del actual 2019.
De todas formas, -subrayando la intencionalidad del buen cineasta- es meritorio el proyecto de Claude Lelouch en la gestación loable en la conclusión de una trama de cine que comenzó hace 53 años y que culmina ahora con "Los años más bellos de una vida". Me he permitido extraer parte del artículo de Gregorio Belinchón, publicado el 14 de septiembre de 2019 en el diario El País, y que resumo así: Lelouch había asistido a la proyección de la restauración de "Un homme et une femme", junto a Aimée y Trintignant hacía 5 años. El director francés sintió la inspiración y pensó "ahora merecía la pena hacer una película con ellos", al recordar su arrepentimiento por la segunda parte en el 86 confesando que la había hecho demasiado pronto. Y declaraba el mismo Lelouch, según escribe Belinchón, sentado en Madrid en una terraza a inicios del pasado septiembre "No llevaba ensayando desde 1966, pero mi inconsciente estaba trabajando con el guión desde aquel año. Mi inteligencia, no. Esa había dejado atrás todas esas referencias".
        
Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée en una de las escenas
del film. Él, con 89 años; ella, 87.
Las declaraciones que hizo Claude Lelouch fueron tan interesantes como sorprendentes. Hablaba de cómo rodó su último film, utilizando como cámara una iPhone. Se refería a la técnica como una forma improvisada de "captar milagros", supongo que de atrapar el prodigio de cuanto acontecía desde su cámara. "Yo no los fabrico, -nos decía, refiriéndose a los milagros- aunque sé filmarlos cuando llegan". Y sigo extrayendo del artículo de Belinchón: "Cuando miraba a Jean-Louis y a Anouk me apetecía seguir rodándoles". Luego él nos recordó la vida terrible que había tenido su amigo, sobre todo refiriéndose al asesinato de su hija. Y continuaba hablando del actor francés: "Si hay alguien que puede hablarnos de la vida es él. En su voz resuena la verdad, no puede mentir. Es incapaz de decir algo que no piense". Y terminaba diciendo, orgulloso de Jean-Louis: "Toda la película se fundamenta en su voz. Él tiene la voz más bella del mundo, es lo único que le queda. No puede andar, apenas ve", nos descubre el cineasta a cuenta de la débil salud de su viejo amigo. Enfrente, Anouk Aimée, quien aún los años y las arrugas mantiene una de las miradas más intensas de la historia del cine francés.
            
Claude Leloch dando instrucciones a Anouk Aimée en el rodaje de
"Los años más bellos de una vida", el final de la historia de amor.
Continúa el periodista Gregorio Belinchón: "Trintignant y Amée mantienen la química de hace 53 años. El cineasta no tuvo que reavivar o encender la llama". Y prosigue el autor del artículo, extrayendo de la declaración de Lelouch: "No quise que Jean-Louis y Anouk se aprendieran los textos, ni que los recitaran como en el teatro. Al descubrir los diálogos y las situaciones, según las filmábamos, vivían el momento, no lo interpretaban. Los encuentros son auténticos, según avanzaba cada secuencia. Era como filmar niños, ya que a partir de una cierta edad los ancianos parecemos niños". Tal vez, el momento más doloroso para Lelouch fue cuando se refirió a su amigo Jean-Louis, explicándonos "Jean-Louis, al sentirse devorado por el cáncer jugaba con su personaje devorado por el alzhéimer, entre una doble permisividad; la de la edad y la de la enfermedad, la que él padecía y la que debía interpretar. Sobre todo, era consciente de su destino".
      
Emotiva escena de los personajes de la película: Jean-Louis y Anne
En cuanto al contenido argumental del film, según guión de Valérie Perrin, sobre argumento de Lelouch, recordemos al piloto de carreras  de la película del 66, Jean-Louis Duroc (Jean-Louis Trintignan) y a la script de cine, Anne Gauthier (Anouk Aimée). Recordemos, escribe Ricardo Rosado, de "Fotogramas", "Un hombre y una mujer, hace años, vivieron una historia de amor fulgurante, inesperada, atrapada en un paréntesis convertido en un mito que revolucionó nuestra historia de ver el amor". En el relato de este último film, él se encuentra ahora en una residencia de ancianos, padece alzhéimer, perdido en los caminos de su memoria. Sin embargo, aunque no recuerda nada de lo que hizo antes, tiene el recuerdo de cada detalle de su historia de amor con Anne. Su hijo decide ayudarle a encontrar a la mujer que perdió, pero que aún en su estado no ha podido olvidar. Ella le visita y entre los dos se producirá una complicidad desde la química que nunca desapareció entre ellos, pero también desde su lejano escenario de recuerdos; recuerdos que juntos recuperan en el presente. Es entonces, cuando se dan cuenta que aún merece la pena vivir. Es entonces, cuando saben que hay una intemporalidad en "los años más bellos de una vida".
           
Imagen del cartel comercial de la película de Claude Lelouch.
Es el "Mustang" de la película del 66. Un "Mustang del 66".
Beatriz  Martínez, de "El Periódico", escribía el pasado septiembre en su artículo: "Cuenta Jean-Luis Trintignant en su entrevista: "Yo me había retirado del cine. Estoy enfermo, y casi no me puedo mover, pero Lelouch me convenció. No pude decir que no, porque me cae muy simpático. Es una persona optimista, y yo soy todo lo contrario. Prefiero a la gente que no piensa como yo". Añade el artículo: "Seguía contando Jean-Louis: "Me dijo que era un milagro que los tres estuviéramos vivos, que si mirábamos nuestra agenda ¿quién quedaba de nuestra época?, recordándome que ni siquiera ninguno de los técnicos que trabajaron en el rodaje de nuestra película del 66 había sobrevivido, ni siquiera Francis Lai, que fue quien compuso la música, y que tal oportunidad había que aprovecharlo de alguna forma, que era una señal". A Lelouch le costó mucho convencer a Trintignant. Le había dicho: "No te preocupes, Jean-Louis, si no te gusta la película, no se estrena", bromeaba así el cineasta de 82 años". Trintignant, por su parte, continuaba: "Lelouch es un ilusionista. Consiguió incluso que me pusiera al volante de un coche cuando creía que ya no iba a volver a poder tocar un volante".
          
Nicole Croisille, Anouk Aimée, Lelouch y Trintignant en la
presentación de la película en el Festival de Cannes.
La realidad es que Lelouch consigue, no sólo reunir a Trintignant y Aimée en la gran pantalla, sino componer una película luminosa sobre las segundas o terceras oportunidades. Incluso consigue que Nicole Crosisille vuelva a cantar para la banda sonora en el tema de3amor. Y todo ello, bajo un titular que él mismo subraya: "Las grandes historias de amor son inmortales". En "Los años más bellos de una vida", prosigue Beatriz Martínez, se superponen las imágenes del pasado con las elucubraciones de un presente bañado por la fantasía. El protagonista imagina que se escapa con su antiguo amor para recorrer los lugares que fueron testigos de su romance".
             
Escribe Fernando Muñoz, en "PlayCine" de "ABC", según declaración del propio Claude Lelouch y refiriéndose a su film "Les plus belles années d´une vie": "He hecho una película que muestra la fuerza del presente, que es lo único que nos pertenece. El pasado ya se fue y el futuro no existe". Y lo cierto es que, al final, "Los años más bellos de una vida" sirven para que el autor hable de la memoria. Y termina: "Hemos vivido muchas cosas, pero nos acordamos de muy pocas".
                
Anouk, entre Claude Lelouch y Jean-Louis Trintignant
El director francés destacaba en una entrevista concedida a Europa Press con motivo del estreno del film: "He hecho esta película porque los grandes historias de amor son inmortales, no tienen fin". Y añade: "El flechazo ocurre cuando uno reconoce a alguien que ha amado antes, quizá "en otra vida", ya que considera que "incluso la muerte no puede con el amor", tal y como quiere transmitir con esta película a través de sus ancianos personajes. Añadiendo en sus declaraciones a la prensa: "Sé que mi proyecto asustaba a todo el mundo, teniendo en cuenta que la película cumple todos los desafíos".
              
Claude Lelouch (82 años), nacido en París, dirigió su primera película en 1964, de más de 60 filmes que rodó bajo su dirección. Antes de hacer en 2019 "Los años años más bellos de una vida" y culminar así su trilogía, el cineasta rodó su último trabajo en 2015. Del actor francés Jean-Louis Trintignant (89 años) se conocen 117 filmes en los que ha trabajado. Su primera película la rodó en 1956, tenía entonces 26 años; las dos últimas, en 2003 y 2012.
                              
De la actriz parisina se dijo también que era una mujer exótica e interesante, pero también sexy e
inquietante, como vemos en dos imágenes, debajo izquierda. A derecha, la vemos arriba con Marcello
Mastroianni; abajo con Yves Montand, con quien trabajó en el 68 en "Una noche, un tren".
De Anouk Aimée hay que decir que su vida personal siempre estuvo rodeada de discreción, tanto en lo referente a su carrera como actriz, o en el ámbito de su vida privada como mujer. Se casó muy joven por primera vez, a los 17 años, y se divorció al año siguiente. Volvió a contraer matrimonio a los 19, divorciándose de nuevo a los 4 años. Entre 1955 y 1966 se encuentra soltera, tenía 23 años. Debió tener entonces un romance con Gérard Phillipe, con quien trabajó por aquellos años en dos ocasiones, al menos fue lo que entonces dijo la prensa de cine. Con Marcello Mastroianni tuvo una relación sentimental desde 1960, en el que conoció en el rodaje de "La dolce vita" y con el que vuelve a trabajar en "Fellini, ocho y medio" en 1963. Pero ¡Marcello era Marcello! y no llegó a más. En el 66 se casa con Pierre Barouh, a quien conoce en el rodaje de "Un hombre y una mujer", actor también en el reparto del film e intérprete de uno de sus temas de amor. Se divorcian en 1969, y él falleció hace pocos años. Su cuarto y último matrimonio es con el actor Albert Finney. Se casa en 1970. Anouk tiene entonces 38 años. En 1978 se divorcian. Anouk, ya no volvió a casarse, ni volvió a tener relación sentimental alguna.
             
Que hay una entrañable complicidad entre Anouk y Claude, es indudable. No hay más verlos en público,
en la gala del Festival de Cannes, en mayo de este año. Debajo izquierda vemos a la pareja entre Mónica
Belucci y una de las productoras, quienes les observan con discreción, pero con incisiva curiosidad.
En cuanto a Trintignant, Anouk y Jean-Louis siempre tuvieron una buena relación de amistad desde que rodaron juntos la mítica película. ¿Porqué Aimée prefirió a Barouh? No lo sabemos; ella siempre dijo que Pierre, el que fue su marido, fue el amor de su vida. Lo que sí es cierto es que Jean-Louis y Anouk nunca dejaron de ser amigos y si hubo algo más entre ellos, sólo ellos lo saben, ni siquiera Lelouch que era cómplice y confidente de ambos. Ciertamente, los tres estuvieron unidos siempre por unos lazos de fuerte y leal amistad, y Claude, que es el más "hablador", dice que siempre se han adorado. Aunque... los amigos más cercanos y los más "curiosos" dicen que "Claude y Anouk se entienden muy bien" y que "se han vuelto muy cómplices", al parecer entre ellos dos. Él, hace muchos años que no tiene, ni pareja ni compromiso. Ella tampoco. Cierto que entre los dos suman 170 años, pero ¿porqué no podrían estar enamorados, si el amor no entiende de edades? Al fin y al cabo esa historia de cine la inventó Claude Lelouch, y él fue quien se imaginó todas las escenas. Sin olvidar que, aunque siempre dijo que "Anouk enamoraba a la cámara", a quien realmente enamoraba era a él, a su director. Él la había hecho, más de 50 años atrás, su eterna musa.
     
Ángel González "Rusty Andecor"

sábado, 14 de septiembre de 2019

Kim Novak. Una belleza sensual y misteriosa. Una "actriz de culto" en la década de los 50 y la musa predilecta de Alfred Hichcock..

Bella, enigmática y perturbadora. Así veíamos a Kim Novak
"Kim Novak: hierática, sensual y perturbadora" (De un titular de Claudio Utrera, en "La opinión de Málaga").

Frases conocidas de Kim Novak:
     
"Los momentos que siempre recordaremos llegan de repente, sin hacer ruido".
               
"Sólo tocar aquel árbol viejo fue realmente conmovedor para mi, porque al tocar esos árboles, que tienen un gran sentido del paso del tiempo, de la historia, es como si estuvieras tocando la esencia, la sustancia misma de la vida".         
            
"Un día empecé a perder la confianza en mis instintos, y es muy duro para una persona instintiva como yo".
     
"Tuve que aceptar la afrenta como el más oscuro de los sentimientos que una mujer puede sufrir". (Refiriéndose a su etapa de inicio en el cine, cuando a los 20 años sufriría el acoso y abusos del magnate de la Columbia que la contrató)
        
"Llega un momento en que nos hundimos en el pozo de nuestras miserias. Entonces vemos la verdad y comprendemos que no somos nada. Y es cuando intentamos ver las estrellas a plena luz del día" .           
     
También pudimos ver, a veces en su imagen, un halo de candidez
que nos llevaba a confiar en su aparente ingenuidad
Kim Novak. Estadounidense, nacida en Chicago el 13 de febrero de 1933 y vive actualmente en Oregón. De nombre original Marilyn Pauline Novak. Su padre, funcionario municipal de tráfico y ferroviario. Su madre, profesora. Pasó de modelo de unos grandes almacenes a ascensorista, empleada de una tienda y auxiliar de dentista. Más tarde volvió a su oficio de modelo hasta que se fue a Los Ángeles, en donde recibió clases de interpretación y tuvo que renunciar a su nombre Marilyn como artístico para quedarse en Kim Novak. Allí comenzó a trabajar en la RKO para terminar con un contrato en la Columbia, con la que rodó su primera película como protagonista junto a Fred McMurray. No recibió buen crítica por su interpretación, aunque la crítica y los productores se fijaron en su buen físico, pero sobre todo en la fotogenia de sus ojos.
               
De Kim Novak se puede decir que, sin haber sido una actriz superdotada en el talento artístico que llevó a otras de su generación a la cima del estrellato, consiguió un puesto de honor como intérprete del cine dorado de Hollywood por algunos de sus filmes. Encasillada como una belleza sensual y un sex-symbol de los 50, su halo de misterio sedujo a Alfred Hichcock, quien la adoptó como una de sus musas y logrando con ella una de sus obras maestras: "Vértigo".
    
El carismático rostro de Kim Novak, la belleza de sus
facciones y una de sus poses más habituales.
Kim Novak deslumbraba en la pantalla con su belleza y en las películas que comenzó a rodar no parecía que importara hacer grandes esfuerzos interpretativos para bordar un papel. Aún así, pronto llegaría ocasiones del lucimiento de sus dotes de actriz. "El hombre del brazo de oro" y "Picnic" serían los dos primeros ejemplos. La carrera de Novak tuvo algunos altibajos y en 1965 se retiró por unos años, coincidiendo ese mismo año al contraer matrimonio con el actor Richad Johnson. Después, aunque de nuevo incorporada a los rodajes, sólo alcanzaría un par de trabajos notables antes de llegar a la mediocridad y conformarse con uno de los personajes estelares en la serie "Falcon Crest" en la temporada de 1986-87.
             
En la filmografía de Kim Novak hay contabilizadas 27 películas que rodó, aparte de dos series y un film para televisión, en una carrera profesional que abarcó desde 1954 hasta 1991, año en que se retiró definitivamente de los platós. Fue la Columbia la que produjo la mayor parte de sus películas, comenzando por las primeras en 1954, "La casa número 322", dirigida por Richard Quine, con McMurray en el reparto, y "Phffft!", de Mark Robson y con Jack Lemmon como co-protagonista. La primera, un thriller de "cine negro", antológico en el género. En 1955 destacó "El hombre del brazo de oro", de Otto Preminger, con Frank Sinatra y Eleanor Parker como protagonistas, un drama sobre las drogas que tuvo varias nominaciones, destacándose el reconocimiento artístico de Sinatra y el de la producción en blanco y negro.
             
Tres perfiles de imagen de Novak que tal vez representan distintos aspectos de su interpretación en el
papel de sus personajes: enigmática o perturbadora, tímida o ingenua, y sensual y seductora.
En 1956 rueda dos películas. "Picnic", de Joshua Logan, con William Wolden en el reparto, polémico melodrama sureño que emerge un erotismo impropio de la época y que consigue dos Oscars de las 6 nominaciones que obtiene. "La historia de Eddy Duchin",  de George Sidney y con Tyrone Power en el reparto, un drama musical que consigue 4 nominaciones al Oscar. En el 57 vuelve a ser dirigida por George Sidney en dos producciones. Una es "Jeanne Eagels", un drama biográfico. La otra, "Pal Joey", con Frank Sinatra y Rita Hayworth, un típico musical de Broadway.
     
Kim Novak consigue la cima de su carrera en 1958 con dos clásicos en los que comparte compañero protagonista a James Stewart. Una es "Me enamoré de una bruja", una comedia romántica dirigida por Richard Quine. La otra es "Vértigo", un magnífico thriller psicológico que dirige Alfred Hichcock y que, además de ser una película de culto, está considerada por la crítica y por las encuestas del público como la gran obra maestra de Hichcock. Pablo Kurt, de Filmaffinity, se refiere a ella como "una minuciosa y compleja intriga psicológica llena de simbolismos y múltiples lecturas, un remolino insondable que te absorbe en su fascinante espiral narrativa sobre el deseo y lo idealizado". Y añade Kurt, "obsesiones circulares y vértigos ante lo desconocido o irreal, reflejados en su póster, su título, su banda sonora y no pocos hallazgos visuales de esta preciosa e hipnótica obra de arte". En definitiva, un tesoro del cine. Algo pasó para que este film no consiguiera un Oscar.
      
David Bowie y Kim Novak en el film "Gigolo" (1978)
En los años siguientes, sus cuatro últimos notables trabajos. "En mitad de la noche" (1959), melodrama dirigido por Delbert Mann y co-protagonizada por Fredric March. "Un extraño en mi vida" (1960), con Kirk Douglas en el reparto, un drama de infidelidad. "La misteriosa dama de negro" (1962), con Jack Lemmon como co-protagonista, los dos últimos filmes dirigidos por Richard Quine. "Bésame, tonto" (1964), una comedia que dirigida por Billy Wilder y con Dean Martin en el reparto.

Kim Novak comienza su declive a partir de 1965 con "The Amorous Adventures of Moll Flanders", una comedia romántica ambientada en el siglo XVIII que dirige Terence Young y con Richard Johnson en el reparto, precisamente con quien ese mismo año se casa. A partir de aquí, se produce un retiro de la actriz, quizá se plantea dejar la interpretación para siempre, pero Robert Aldrich, ejecutivo de la MGM, la convence y la dirige en "La leyenda de Lylah Clare" (1968), un drama de "cine dentro del cine", y que co-protagoniza con Peter Finch. Quizá es ésta su último trabajo destacable. Para mí, su exhibición interpretativa es brillante y, una vez más, inquietante. Después de diez años de trabajos mediocres, sólo merece la pena "Gigolo" (1979), un drama sobre el tema de la prostitución en los años 20 y que tiene el aliciente de un llamativo reparto, como es el de Marlene Dietrich, Maria Schell, Sydne Rome, David Bowie y Curd Jürgens. Además de un trabajo como actriz secundaria en "El espejo roto(1980), con Elizabeth Taylor, Angela Lansbury, Rock Hudson, Geraldine Chaplin y Tony Curtis, una impecable adaptación de una novela de Agatha Christie. Novak tenía ya aquí 47 años y su declive era evidente.
           
El descubrimiento de Kim Novak suponía una renovación del encasillamiento del perfil y la imagen de
Rita y Marilyn. Había que crear un nuevo atractivo, manteniendo la sensualidad de ambas estrellas.
La última aparición de Kim Novak en el cine se produce en 1991 en una pésima película de intriga titulada "Pasiones prohibidas". En sus trabajos para televisión, sólo merece mencionar el episodio piloto de "Alfred Hichcock presenta" (1985), en una corta aparición y en que también intervienen Melanie Griffith y Tippi Hedren. Y "Falcon Crest", la famosa serie que se inició en 1981 y que tuvo a la actriz en la temporada 86-87.
             
La oportunidad de Kim Novak, cuando la Columbia se fijó en ella, fue porque se buscaba una nueva actriz como recambio a Rita Hayworth y un nuevo brillo de imagen para renovar la de Marilyn Monroe. Y se buscaba un reclamo con el impacto de un descubrimiento. Había que innovar el perfil de la estrella de los 50. El público quería ver un rostro nuevo. La verdad es que se hicieron cientos de pruebas y la deslumbrante presencia de rostro de Marilyn Novak, como era entonces su nombre, fue la que sedujo a los productores. Sin embargo, se insistió en un nuevo nombre artístico, pues si debía renovarse la imagen no podía seguir llamándose Marilyn. La terquedad de la actriz ante la imposición cedió al cambio de nombre, pero no al apellido por el que quería conservar así su origen y su ascendencia checo-polaca.
       
La Columbia consiguió de Kim Novak una explosión de belleza y sensualidad, unido a la atracción
inquietante del secreto del mensaje oculto de la mirada de sus ojos. Mucho más que un "sex-symbol".

Todo un reto de innovación, una nueva estrella, para sustituir la imagen de Hayworth y Monroe.
Curiosa la trayectoria estelar de su carrera, que aún su buena acogida por la crítica y el público, no dio fruto en el reconocimiento de premios. Ni el impacto interpretativo de Madeleine, la mujer enigmática perseguida por Stewart en "Vértigo", ni su impresionante papel en "La leyenda de Lylah Clare", o sus sugerentes mensajes envueltos en misterio y sensualidad, fueron suficientes para conseguir una sola nominación a los Oscars. Es posible que habría influido, aunque negativamente, el atractivo de la supuesta frivolidad que mostraba y la impresión que producía cuando contemplábamos la sugerencia de su voluptuosidad. Ciertamente, los 50 y los 60, era una época en que se solía adorar de forma lasciva, a veces obscena, la imagen de la mujer rubia, agresiva de curvas y de figura "maciza", como así llamábamos. Kim Novak y su increíble atractivo era precisamente esa representación.
            
Y lo cierto es que esos encantos y su deslumbrante pelo rubio fueron los que sedujeron al público de aquellas dos décadas. Pero también fueron los que obsesionaron y cegaron a Harry Cohn, presidente de la Columbia, quien se apresuró a ganar la atención y fichar a la actriz. A él se le debe la acertada idea de cambiarle su impecable cabello ceniza por un tono parecido al color lavanda, lo que hizo transformar su atractivo en más irresistible y original.
        
Además del calificativo de la crítica de Novak como
"estrella de culto", muchos cinéfilos como yo, la hemos
visto como una actriz imprescindibles para el cine.
Se dice que el potencial sensual y el sello erótico que su imagen desprendía en los diferentes papeles que interpretaba, estaban también muy elaborados por la mano de los cineastas que la dirigieron, tales como Richard Quine, Alfred Hitchcock, Otto Preminger, Billy Wilder o George Sidney. Sin embargo, no era difícil que Novak exhibiera su rol tal y como los directores pretendían. Ellos mismos supieron muy bien favorecer la carga de sensualidad que la propia actriz poseía para conseguir cuidadosamente aquel mítico perfil que provocaba "su fría pero perturbadora sensualidad".
      
Kim Novak no ha sido considerada como una de las grandes actrices, ni siquiera una de las "divas de Hollywood". Trato injusto, a mi juicio. Pues la fascinación que desprendía en la aparición hierática, pero solemne y enigmática, en algunos de sus planos y trabajos, así como en las impresionantes interpretaciones que derrochaba en "Picnic" y "Vértigo", por no mencionar otros, como en "La leyenda de Lylah Clare" o incluso "Me enamoré de una bruja", la hizo digna de admiración y respeto al considerarla como una "estrella de culto". El propio Alfred Hichcock hizo de ella su musa predilecta. Y ello, no obstante las discrepancias que surgieron durante el rodaje de "Vértigo" entre la estrella y el director. A propósito de este film, recientemente la revista "Sight & Sound" la eligió como "la mejor película de todos los tiempos", a pesar de que en su momento fuera considerada como "un fallo dentro de la filmografía del director inglés y la actuación de Kim solo tuvo una tibia respuesta". Algo incomprensible por quienes lo entendieron así.        
      
Arriba, izquierda a derecha, a los 13 y 17 años, cuando trabajó de modelo en unos grandes almacenes. Debajo
izquierda a derecha, a los 20 años, momento en que Marilyn Novak firma su contrato en la Columbia con Harry
Cohn. Deja de ser Marilyn y para llamarse Kim. Deja su tímida e ingenua apariencia y se convierte en la presa
fácil del déspota y tirano Cohn. A la derecha, Kim no ha cumplido aún 21 años, en su primera película.
Su cambio ya es evidente. Comienza a ser la rubia sensual y despampanante. Sería su marca y perfil.
Otra cuestión, más penosa y vergonzosa, volviendo a los inicios de la carrera de la actriz, fue la sucesión de abusos que debió soportar, para conseguir llegar al éxito en su trayectoria profesional, además de que para ello ya le valían el magnetismo de su fotogenia y sus méritos artísticos. Alguna vez, en sus comienzos, confesaría que aquellos inicios fueron un infierno, pero tuvo que reprimirse, pues fue amenazada con acabar con su carrera si hablaba y no se doblegaba a las condiciones indecentes y vergonzosas que le exigían. Ella misma llegó a declarar mucho después en una entrevista: "me alejé de Hollywood en parte porque no quería enfrentarme a los acosadores y quienes me había humillado". Y añadió "tuve que ceder a la presión en vez de luchar por lo que sentía que estaba bien".
            
Sobre este tema, recogemos del "Diario Las Américas", de un artículo publicado en fecha 14 de febrero de 2018, en que se relata cómo la actriz se sumó a las víctimas del "#MeToo" y al creciente número de mujeres que sufrieron sexismos y abusos: "Novak escribió en diciembre de 2017 en su Facebook que el debate internacional desencadenado por las acusaciones de acoso y abuso sexual la removió, porque había aceptado de verdad "todos los sentimientos oscuros" experimentados en sus años de éxito. Ese dolor lo exterioriza ahora con una pintura que dice salirle del alma, que titula "Tiempo del ajuste de cuentas" y que muestra a una mujer junto al perfil de un hombre de aspecto amenazador".
              
Kim Novak, en su cara hierática, fría y distante.
Lo cierto es que cuando Novak fue celebrada en el festival de Cannes de 1956 a sus 23 años como una actriz revelación, para entonces ya había conocido "las mieles oscuras" propias del acoso y abusos de las actrices de cine. Harry Cohn, el siniestro y tirano productor de Hollywood, todopoderoso de la Columbia, cuenta Adrian Massanet, de "Espinof", "contrataba a jóvenes actrices a cambio de sexo. Marilyn Novak fue una de ellas", tal y como la misma actriz llegó a declarar en su cuenta de Facebook y a la que antes nos referíamos. Al parecer, aquel año de 1953 en su debut, cuando sólo tenía 20 años, no sólo aceptó de Cohn cambiar su nombre Marilyn por el de Kim, sino que tuvo que soportar la vergüenza de verse humillada ante los abusos del productor. Ella misma diría "tuve que aceptar la afrenta como el más oscuro de los sentimientos que una mujer puede sufrir". Y el hecho es que "se plegó a la presión de Hollywood y dejó el negocio del cine en lugar de denunciar a los acosadores". Luego continuaba Novak "Ahora ya no callaría más", añadía en "El diario Las Américas", acordándose de las jóvenes que ella misma conoció y que cayeron en depresión e intentos de suicidio.
        
Kim Novak, en su cara y perfil inquietante y perturbador, enigmático y desconcertante.
Por otra parte, también Novak tuvo que sufrir las burlas de sus antiguos compañeros y del mundillo del chisme y la farándula, cuando en una entrega de un premio en la gala de los Oscars en 2014 se cebaron con su imagen llamándola bruja y vieja, y recordándole la máscara de su rostro por el fracaso de la cirugía plástica a que debían haberla sometido. Agravio que pudo superar compensándole el grato recuerdo de la aclamación que tuvo en el año anterior en el Festival de Cannes, por el homenaje que se le dedicó; pero, sobre todo, contenta por haberse curado del cáncer de mama que había sufrido en años anteriores.
           
En cuanto a sus parejas y romances, aparte de su fallido matrimonio con el actor Richard Johnson en 1965, de quien se divorció al año siguiente, y de la relación estable con su segundo marido, el veterinario Robert Malloy desde el 76, tuvo un devaneo con el actor Michael Brandon durante el rodaje de un telefilme en 1973 y una experiencia tormentosa en 1991 con el director Mike Figgis, ya casada con Malloy, cuando rodó su última película "Pasiones prohibidas". Estas relaciones, como parejas que duraron algún tiempo.
            
Podría haber pasado por la escena de una fiesta a la que asistió
Vilallonga en la casa de Novak. Sin embargo es un momento de
rodaje de "Vértigo". Vemos muy cerca de ella a Hichcock.
Por otro lado, hay que decir que sus flirteos y amoríos furtivos fueron incontables. Frank Sinatra, Sammy Davis Jr., el director Richard Quine, Glenn Ford, Ramfis Trujillo, el hijo del dictador, incluso el propio senador Robert Kennedy, fueron algunos de ellos entre otros muchos y durante los 50, cuando sólo tenía entre 23 y 25 años. Relaciones que tuvo para cuidar su trato social, decía ella misma, aparte del odioso trato que soportó de Harry Cohn, de nuevo, tras su persecución obsesiva hacia ella y hasta pocos meses que éste falleció en 1958.
        
Cumplidos ya sus treinta años, Novak fue cogiendo fama de libertina. Sus escarceos se producían en fiestas que ella o algún amigo suyo organizaban con invitados que elegía a veces al azar. El aristócrata, actor y "playboy" José Luis de Vilallonga se refiere a sus desmadres sexuales en un artículo de Manuel Román, que escribe en "Chic", cuando en una ocasión el actor fue invitado a una de las fiestas de la actriz en su casa de Los Ángeles. O quizá fue en su residencia en Monterrey.
         
No deja de ser curioso cómo ante un rostro hierático y aparentemente inexpresivo, como el de Novak,
su perfil expresivo es tan versátil como el más perfecto para su rol interpretativo.
El hecho es que Vilallonga se encontró con once hombres, sin otra mujer más que Marilyn Novak, todos gentes del cine y vividores con clase, en una animada velada en la que corría la bebida y la cocaína. Tal fue la sorpresa que éste no daba crédito a lo que veía. Al parecer, se trataba de una especie de juego sexual que terminada en una orgía. El escritor Vilallonga cuenta que ya de madrugada se hizo un sorteo y el afortunado se iba al dormitorio con Kim Novak para acostarse con ella. Así de real y sencillo. Y añadió que en otra ocasión fueron varios los que se beneficiaron del juego de Novak para ser invitados a su lecho. Vilallonga dijo entonces que no volvería a la cita al no tener ninguna ocasión de ser el afortunado en aquella extravagante "ruleta de la suerte". Lo cierto es que aquel juego era un libertino pasatiempo al que acostumbraban participar algunos de los famosos del cine y que, curiosamente, parece que se veía, no solo como algo muy normal en su élite social, sino como un signo de clase, de distinción entre la afamada colección de los "personajes" que se mueven "entre bastidores" del mundillo del cine. Se dice, sin embargo, y esto ya forma parte de la especulación, que Kim Novak utilizó este pasatiempo de desenfrenos y excesos para vengarse de las humillaciones sufridas por el trato degradante de Harry Cohn y otros poderosos de la Columbia. De alguna forma, Novak también así humillaría a sus invitados, degradándoles a la condición de objetos sexuales al manejar su líbido y sus bajos deseos con su juego.
         
Belleza, elegancia, sofisticación, sensualidad, e incluso aquella expresión enigmática de su
rostro. Todo ellos, se reunía en cada unos de los perfiles de su imagen.
Como en otros reportajes dedicados a otras estrellas del cine dorado de Hollywood, no es aquí donde tengamos que hacer balance y censura de la vida personal de Kim Novak, ni mucho menos se merecería mermar su crédito y prestigio por cuestiones de consideración e índole moral, que tan solo hemos querido hacer una referencia anecdótica a su crónica sentimental. Es su talento y sus dotes interpretativas, lo que nos interesa analizar y valorar aquí. En esa estimación, debemos recordar que Kim Novak estuvo entre las estrellas más taquilleras de los 50, aunque nunca fue nominada a un Oscar, como ya dijimos. Que luchó contra los estereotipos en que quisieron encasillarla, como la rubia atractiva y curvilínea de Hollywood, tal y como hizo Marilyn Monroe. Quizá fue ese aspecto de la belleza más fría y distante que la de la propia Monroe o la de otras actrices, lo que la hizo más interesante y carismática, más turbadora y original. Con todo eso, si la historia del "séptimo arte" se cuidara bien de estimar y valorar la carrera artística e interpretativa de los actores y actrices que hicieron el cine, sin ninguna duda pondrían a Kim Novak como una de las artistas más geniales del celuloide. Lamentablemente, ni siquiera se encuentra entre las 50 mejores actrices de la historia, aún estando considerada como la "actriz de culto" que fue.
     
La imagen de Kim Novak siempre nos asombró por la versatilidad con que nos transmitía el mensaje
de su rostro. Aunque estábamos acostumbrados a su expresión misteriosa y perturbadora, aquí la
vemos mostrando en encanto de su sonrisa. Realmente, la imagen de su rostro era todo... fascinación.
Finalmente, en una entrevista publicada en 2012 por "Sunday Telegraph", hizo esta curiosa confesión acerca de sus pensamientos relacionados con su prematuro retiro de Hollywood: "¿Hice lo correcto al irme? ¿Salí cuando debía? Ahí es cuando me pongo triste", añadía. En este sentido, recordemos cómo los analistas más prestigiosos del cine y la crítica más exigente se manifestaron en favor de las geniales apariciones en escena, con su expresión tan inquietante e insólita.
        
Actualmente, sabemos de Novak que, aunque desde su ya lejano retiro de los platós y los rodajes, se aficionó a la cría de caballos, se convirtió también en una gran artista de la pintura al óleo, y que ha expuesto en galerías de arte en numerosas ocasiones. Kim Novak es una de las pocas actrices supervivientes del cine de los 50 y aún goza de buena salud, a pesar de su avanzada edad. Sin embargo, ella misma habló de su enfermedad mental, cuando acababa de asistir por última vez a la edición del Festival de Cannes de 2013. Noticia que no dejó de sorprendernos, aunque sabíamos de sus limitaciones y que entonces achacábamos a su avanzada edad. 
                
Kim Novak, una de las actrices que, debido al especial carisma de su imagen, fue de las mas retratadas
por los pintores del género. Las pinturas de debajo,  fueron realizadas por la misma actriz.
David Martos, de ABC, en su artículo en "PlayCine" de 25 de mayo de 2013, hacía referencia a una entrevista en la ella revelaba la afección que padecía desde joven, pero sobre todo desde los últimos años que pasó en Hollywood. Kim Novak declaraba entonces con tristeza: "Ser bipolar me daba valentía, me hacía pensar algunas veces que era especial, pero otras también me generó grandes depresiones. Mi familia no tenía confianza en mi, especialmente mi padre, que pensaba que no podía hacer nada en el mundo de la actuación". Y añadía: "ahora, sin la medicación que debo tomar cada día, no podría vivir". 
              
"Kim Novak. La musa de un genio, el amor inconfesable de toda una generación". Kim Novak. Fue mucho más que un "sex-symbol". Una actriz que personificó el prototipo de la heroína hiératica, perturbadora y sensual. Una actriz que derrochó en la pantalla y en su imagen pública la genialidad de su arte y de un estilo muy especial. Una actriz que nos fascinó con la sugerencia de su mensaje de los 50 y los 60, y a quienes la vimos en el cine décadas después.
            
Ángel González "Rusty Andecor"