Garbo - Dietrich - Kelly - Hepburn.. Cuatro mitos del cine.

Garbo - Dietrich - Kelly - Hepburn.. Cuatro mitos del cine.
Estrellas leyendas del cine dorado. Escenas con intriga y misterios, ilusión y desengaños, amores y traiciones, pasiones y odios. Son algunas de esas grandes estrellas, entre el universo de los mitos del cine. Estrellas del fascinante cine en “Blanco y Negro”. (Clic imagen portada)

miércoles, 6 de marzo de 2019

Joan Crawford y Bette Davis. Rivalidad o guerra de odios. Un duelo entre dos mitos de la interpretación que hicieron más grande el cine.

Primer plano de Joan Crawford, en un "young beautiful"
"Si no puedo ser yo misma, no quiero ser nadie más. Nací así"
   
"Fui una persona muy estricta, quizás demasiado en ocasiones, pero ¿qué s las vida sin disciplina?
   
"Tienes que ser autosuficiente y fuerte para sobrevivir en este mundo. Si no lo haces, te destrozarán."
     
Cualquier actriz que aparece en público sin estar bien arreglada está cavando su propia tumba."
   
"Si tienes una pazca de sentido común y un buen amigo no necesitas a un psicoanalista.
   
Sus curiosas ocurrencias, tales como "¿El movimiento de liberación femenina? Pobres. Siempre parecen tan tristes y cabreadas. ¿Te has fijado en lo amargadas que están?"
   
"Envíame flores cuando esté viva. No me van a servir de nada cuando esté muerta."
     
"Me encanta interpretar a zorras. Todas las mujeres somos un poco zorras. Y los hombres incluso más."
  
"Yo necesito el sexo para conseguir una tez mejor, pero preferiría que fuera por amor."
    
(Joan Crawford)


Primer plano de Bette Davis, en un "young beautiful"
"Si un hombre da una opinión es un hombre. Si una mujer lo hace, es una zorra"
   
"He sido intransigente, picante, intratable, monomaníaca, carente de tacto alguno, volátil y muchas veces incuso desagradable. Creo que abarco todas las facetas que la vida misma."
   
"En mi profesión no te conviertes en una estrella hasta que la gente considera que eres un monstruo."
   
"Nunca he sido amiga de las actrices. Su discurso suele aburrirme hasta la muerte."
     
"Un affaire de vez en cuando es bueno para el matrimonio. Le da chispa y lo hace menos aburrido. Debería haberlo sabido antes."
    
Sus curiosas ocurrencias, tales como "Los hombres son mucho más atractivos cuando empiezan a hacerse mayores. Pero eso no ocurre con muchas mujeres, aunque ellas tienen algo a su favor: el maquillaje."
   
"Hay mejores interpretaciones en las fiestas de Hollywood que las que se han visto nunca en una pantalla."
   
"Las mujeres se hacen actrices cuando hay algo que no les gusta de si mismas. Así pueden fingir que son otras personas."
  
"Si quieres que una cosa esté bien hecha o algo funcione, rodéate de tías viejas."
   
(Bette Davis)
            
"Bette Davis y Joan Crawford. El duelo más implacable entre dos grandes estrellas del dorado cine de Hollywood" (Rusty Andecor)
           
Joan Crawford. Su belleza y sagacidad le permitieron
alcanzar la fama muy joven. Luego, su físico se adaptó al
perfil de sus personajes.
Joan Crawford. Nacida en Texas, Estados Unidos, el 23 de marzo de 1904, de nombre original Lucille Fay Le Sueur y fallecida el 10 de mayo de 1977 en Nueva York a los 73 años. Su padre había abandonado a la familia antes del nacimiento de Lucille, mejorando la situación al volverse a casar su madre con un empresario de teatro. Premiada en un concurso de danza cuando tenía 20 años, le valió que la MGM la contratara como doble de Norma Shearer. Cuando tenía 25 años se casó con Douglas Fairbanks y fue entonces cuando comienza a llamarse Joan Crawford.
     
Bette Davis. Nacida en Massachusetts, Estados Unidos, el 5 de abril de 1908, de nombre original Ruth Elizabeth Davis y fallecida el 8 de octubre de 1989 en París a las 81 años de edad. Hija de un renombrado abogado, del que su madre se separa, trasladándose con ella a Nueva York cuando sólo tenía 13 años, para trabajar aquella de fotógrafa retratista. Desde muy joven, marcada por su admiración hacia Rodolfo Valentino y Mary Pickford, decide ser actriz. Es entonces cuando cambia su nombre por el de "Bette", su apodo de niña.
                   

Joan Crawford. Si a los 20 años destacó en la danza con la que ganó un concurso, muy pronto debuta en el cine mudo con los filmes "La danza de la noche" (1925) y "The Boob" (1926), consiguiente en pocos años, en la década de los 30, el estrellato. A principios de los 40 cambia de productora, de las MGM a la Warner. Se produce una aparente decadencia, pero resurge su estrella con filmes como "Un rostro de mujer", "Alma en suplicio" o "De amor también se muere". En los 50 intercala la continuidad de un trabajo medianamente aceptable con pequeños papeles. Con la película "¿Qué fue de Baby Jane?", en 1962, llega a su cota más alta. Después comienza a perder popularidad y su crédito interpretativo. Su carrera entra en la mediocridad. (Clic sobre el nombre y los títulos de los filmes sobrescritos en azul tenue para enlazar con los documentos en vídeo).
  
Bette Davis. "La belleza diferente de una diva". De muy
joven, había un ángulo en su fotogenia que la hacía
hermosa y radiante.
Bette Davis. Si a los 20 años trabaja en una compañía de teatro de Nueva York, y al año estrena con éxito en Broadway, a los 23 debuta con la "Columbia" en el film "Mala hermana". En la década de los 30 llega al estrellato. Warner y RKO se disputan su contrato. En la segunda mitad de los 30 y en la primera de los 40 se producen sus grandes interpretaciones en filmes como "Peligrosa", en el que consigue el Oscar, "Kid Galahad", "Jezabel!" o "La extraña pasajera". En 1950 llega a lo más alto de su carrera con "Eva al desnudo". Y ya en el 62 la revalida con "¿Qué fue de Baby Jane?", en un duelo histórico para el cine con la Crawford. En los 70 se produce su decadencia y solo la salva algún trabajo en los 80. Al igual que Crawford, Davis llega a la mediocridad.
   
La carrera cinematográfica de Crawford y Davis está marcada, además del talento natural de cada una de las actrices, por el duelo interpretativo y el reto mítico que tuvo su rivalidad en el transcurso de sus respectivas filmografías. Se dice que el ego desbordante de dos leyendas, como Davis y Crawford, no cabían en el universo del cine. Se dice que su odio compulsivo, la guerra mutua de resentimientos les duró hasta la muerte. Ni siquiera el fallecimiento de Joan Crawford, 12 años antes que Bette Davis, contuvo el hostigamiento y afrenta de ésta al referirse a su eterna rival. Es posible que esta pugna obsesiva de ambas, lo único que hizo fue engrandecer aún más su leyenda, lo que no deja de ser un incentivo extraordinario para premiar "el dorado cine" de Hollywood. Según American Film Institute, coloca en su lista de las "25 leyendas del séptimo arte" a Bette Davis en el segundo lugar, después de Katharine Hepburn, y a Joan Crawford en el décimo, después de Marlene Dietrich. La revista Cinemanía publicó hace años una lista con "las 10 actrices más carismáticas del cine en blanco y negro", colocando a Joan Crawford y Bette Davis en primero y segundo lugar, respectivamente. 
   
Los planos de los rostros de Bette y Joan reflejaban, aún en su joven edad, la belleza original y natural
de cada una de ellas. ¿Sería el "divismo" lo que mató su belleza después? ¿O quizás fue la adaptación a sus
personajes lo que transformó el físico de cada una de ellas?
Elsa Fernández Santos, de El País, se refería a la gestualidad en la interpretación, como patrimonio de los actores, explicando "la importancia de esos gestos que muchas veces se etiquetan como meros caprichos de diva". Lo cierto es que la maestría de Crawford, en la expresión de sus gestos, era tan genial como la que mostraba su posado. Y en este sentido, decía el director George Cukor que "... a Crawford se la podía fotografiar desde cualquier ángulo, porque siempre resultaba magnífica, aunque su mayor talento, el más misterioso de todos, era su manera de caminar". Y añadía Cukor "Crawford atrae su atención por el simple hecho de moverse. Ni siquiera necesita abrir la boca; sólo tiene que andar. Y estará soberbia".  
            
Bette Davis decía: "Hollywood siempre me quiso para que fuese bella, y lo intentó, pero yo luché por el realismo". Y es que Davis era sin duda una actriz única y singular que en la época dorada del cine, en un mundo en el que primaban las estrellas que  brillaban por su belleza, ella consiguió hacerlo por sus dotes como actriz y convertirse en todo un mito. Aunque quizá era su fuerte temperamento lo que más la mitificó, incuso con sus luces y sombras. Y es que sólo ella hubiera podido decir: "Soy la maldita mejor dama que ha existido". Tal era el concepto de esa posesión temperamental, el que entendía para poder sobrevivir, que decía, quizá metafóricamente: "En mi profesión no te conviertes en una estrella hasta que la gente considera que eres un monstruo".
             
Es un plano del rostro de Joan Crawford, misteriosamente bello, de una escena de "Grand Hotel". ¡Impresionante!
De su duelo personal, el que Bette tuvo contra Joan, y Joan tuvo contra Bette, hay que decir que Bette Davis ganó dos Oscar,s por "Peligrosa" y "Jezabel", en 1935 y 1938 respectivamente, y siempre presumió de ser mejor actriz que Crawford. Que Joan Crawford ganó un Oscar por "Alma en suplicio" en 1945, y de la que se puede decir, admirándola, cómo "sus enormes ojos dieron brillo y matices a una interpretación asombrosa". Crawford también fue premiada entonces por el Círculo de la Crítica de Nueva York.
   
La filmografía de Joan Crawford comienzo en 1925 con el cine mudo, aunque fueron "Garras humanas" (1927) y "Vírgenes modernas" (1928), ambas también mudas, sus primeras apuestas como actriz. Después de una serie de películas sin relevancia en su carrera, Crawford se estrena con Clark Gable, con el que trabajaría nada menos que ocho veces, en "Amor en venta" (1931), un film de Clarence Brown, director que vuelve a dirigirla en "Bajo la lluvia" (1932). La actriz tiene entonces contrato con la MGM. (Clic sobre los títulos de los filmes sobrescritos en azul tenue para enlazar con los vídeo).
  
Es otro momento escénico de Crawford en "Grand Hotel". Joan tenía entonces 28 años.

Le sigue "Gran Hotel" (1932), de Edmund Goulding y que protagonizan Greta Garbo John Barrymore, un melodrama con historias cruzadas, en el que Crawford aparece espléndida, ajena a otras actuaciones en el reparto mediocres. Un film con un vistoso glamour de la época. El siguiente es "Alma de bailarina(1933), de Robert Leonard y con Clark Gable nuevamente como compañero de reparto. "Vivamos hoy" (1933), de Howard Hawks, con Gary Cooper y Franchot Tone. Más tarde, destacan "Encadenada(1934), de nuevo con Clarence Brown y Clark Gable. En el resto de la década de los 30, bajo contrato con la MGM, llegaron a una docena las películas como protagonista, distinguiéndose como las de más éxito "La hora radiante(1938) y  "Mujeres(1939), ésta que co-protagoniza con Norma Shearer. Ya en la década de los 40, se puede decir que llega a lo más alto como actriz. En 1941 la dirige George Cukor en "Un rostro de mujer". Aún así, en el 43 la Metro despide a Crawford, pues sus últimos filmes habían sido un fracaso de taquilla, y al no trabajar en el 44 la actriz está a punto de arruinarse. Ya en 45 es contratada por la Warner y su carrera vuelve a tomar pulso. Son trabajos impecables, comenzando con la mencionada "Alma en suplicio(1945), de Michael Curtiz, un thriller noir absolutamente apasionante, un clásico del cine americano y con el que obtiene el Oscar a la mejor actriz y por el que alcanza la cumbre interpretativa de su carrera.
                    
A sus 50 años, Crawford protagoniza un brillante western, un clásico: "Johnny Guitar". Es evidente
que además del cambio estético de su físico, debido a su edad, también el rol de sus personajes es
es otra razón de la transformación que le obliga a su adaptación.
Le siguen los filmes "De amor también se muere" (1946), "Entre el amor y el pecado" y "Amor que mata", ambas de 1947, ésta última por la que vuelve a estar nominada al Oscar. Después, "Flaming Road" (1949). Se mantiene en la cumbre en los 50 y rueda, entre otros, "Los condenados no lloran" (1950), de Vincent Sherman, "Miedo súbito" (1952), de David Miller, nueva nominación al Oscar. Mención aparte, "Johnny Guitar" (1954), de Nicholas Ray, uno de los mejores western de la historia, un clásico del género, una bellísima partitura y una frase inolvidable: "miénteme, dime que me has esperado todos estos años". Destaca, ya en el 56, "Hojasde otoño", de Robert Aldrich. Y más tarde, a sus 58 años, co-protagonizada con Bette Davis, se atreve a retar a ésta en "¿Qué fue de Baby Jane?" (1962). Y puede decirse que su última película aceptable es "El caso de Lucy Harbin" (1964). Después, llega una etapa gris de su carrera en la que tiene que trabajar en series televisivas para poder sobrevivir.
       
Es un plano del rostro de Bette Davis, por cierto, y aunque no lo pareciera, bellísimo, de una escena
del film "Kid Galahad". Tenía entonces 29 años.
En cuanto a la carrera cinematográfica de Bette Davis, se inicia en 1931, aún tímidamente, con "Mala hermana" y una primera versión de "El puente de Waterloo". Después de rodar media docena de filmes mediocres, en 1932 hace un papel secundario en "So Big!ª, que protagoniza Barbara Stanwick, y otro en "Tres vidas de mujer", que protagoniza Virginia Davis. Este mismo año protagoniza, junto a Spencer Tracy "Veinte mil años en Sing Sing", de Michael Curtiz. En el 1933, Davis pasa sin pena ni gloria con 6 películas. En 1934 rueda otros 6 filmes, destacando sólo "Cautivo del deseo", que dirige John Cromwell y co-protagoniza Leslie Howard. La Warner vuelve a ofrecerle otra media docena de trabajos en 1935, aunque sólo es merecedora "Peligrosa", de Alfred E. Green, con Franchot Tone, en el reparto y con la que obtiene el Oscar a la mejor actriz. En los años que le siguen, destacan "The Golden Arrow" y "El bosque petrificado", ambas en 1936, co-protagonizando la segunda Leslie Howard y Humphrey Bogart,
   
Es un momento escénico de Davis en "Jezabel", en una interpretación genial e insuperable.

Al siguiente año, en 1937 hace "Kid Galahad", de Michael Curtiz y con Edward G.Robinson y Bogart en el reparto, uno de sus trabajos más apreciados, con una trama de boxeo en clave de drama romántico, en el que Davis hace una interpretación soberbia y ajena al histrionismo que luego le caracterizaría y por la que consigue su segundo Oscar. En el mismo año rueda "La mujer marcada", co-protagonizada también por Bogart. En 1938 destaca "Jezabel", de William Wyler, y con Henry Fonda, un clásico del melodrama, un rodaje intenso y con romance incluido, con un reto entre el intento de dirección de un estilo contenido de Wyler y el apasionamiento en la actuación de Davis. En 1939, "La solterona", de Edmund Gouldin, y "Amarga victoria". En 1940, "El cielo y tú" y "La carta", que dirigen Anatole Litvak y William Wyler, respectivamente. Ésta última, una impecable trama de cine negro, candidata a 6 Oscars, entre las que se nominaba una vez más a Davis en un papel justo a su medida.
               
Si a Crawford se la podía fotografiar desde cualquier ángulo, como decía Cukor, para parecer magnífica,
Bette Davis podía aparecer y mostrase bella y fascinante, si se le fotografiaba desde su ángulo justo.
En 1941 son de destacar "La gran mentira" y "La loba", de Goulding y Wyler.  Ésta, un melodrama familiar con el personaje de Davis como una ambiciosa y malvada; 9 nominaciones al Oscar. En 1942 sobresalen "El hombre que vino a cenar", con Ann Sheridan, y "La extraña pasajera", con Paul Henreid y Claude Rains en el reparto. En el 43, "Vieja amistad", que dirige Vincent Sherman. En el 44 vuelve a dirigirla Sherman en "El señor Skeffington". Ya en el 45 se produce un declive de la estrella y del que le salvan King Vidor en "Más allá del bosque" (1949), con Joseph Cotten, y, dejando ya la Warner y contratada por la 20th Century fox, Joseph Mankiewitz en "Eva al desnudo" (1950), con Anne Baxter y George Sanders, sin duda su obra maestra, un clásico del cine, con 6 Oscars y 14 nominaciones. Un compendio de sutiles diálogos llenos de sarcasmos e ironías."Una sátira desvastadora, ingeniosa, madura y experimentada" (Bosley Crowtler, The New York Times). Bette Davis en su estado puro, entre excesos que eran realistas.
        
Una de las escenas cumbre de "Eva al desnudo, Un clásico del cine.
Ciertamente, este último film de Davis no es el único trabajo que salve a la estrella de su ocaso, pues a partir de ahí, los años venideros siguen siendo prolíficos para la actriz, y ello aunque sus películas ya destacan menos. Incluso comienza a trabajar para series de televisión en el 57. Citamos algunas excepciones, como "Un gánster para un milagro" (1961), de Frank Capra, con Glenn Ford Peter Falk, en el reparto. En 1962 se produce la obra cumbre de "la pareja Davis-Crawford", con "¿Qué fue de Baby Jane?", un magistral trabajo que dirige Aldrich, en torno a una sórdida historia de soledades, decadencias y tormentos, con una trama que puede ser retorcida, pero que también es la patética y retorcida relación de dos viejas estrellas que se odian en la realidad. Del resto de su filmografía, y en adelante, cabría citar otros dos trabajos que hizo en 1964, "Su propia víctima", un thriller con Karl Malden y Peter Lawford en el reparto y "Canción de cuna para un cadáver", ésta de Aldrich y con Havilland Cotten en el reparto, un thriller psicológico con 7 nominaciones al Oscar. El resto, mucho trabajo en series de televisión y algunos papeles secundarios en filmes entre los que cabría destacar "Muerte en el Nilo" (1978) , una trama de Agatha Christie y en la que aquí ella es protagonista, junto a Peter Ustinov David Niven.
       
A la izquierdas Bette Davis con Franchot Tone, en pleno romance. A la derecha, Joan Crawford
con su recién estrenado marido Mr. Tone, el día de su boda. Hay que reconocer que Crawford estaba
radiante. No sabemos si por amor a Franchot, o porque le quitó el novio a Davis.
Volviendo a la pugna estelar entre Crawford y Davis, de su rivalidad entre una y otra actriz, dejando aparte el que ambas pertenecieran a dos estudios de producción competidores entre sí, como eran la Metro y la Warner, es otro el comienzo de la discordia. Pues en realidad, el origen debió ser un actor de la época, Franchot Tone, con el que Bette Davis había iniciado un romance, coincidiendo con su película "Peligrosa", en el reparto junto a él y con la que obtuvo el Oscar en 1935. Justo el mismo año en que la Crawford rodaba el film "No más mujeres" con él, aunque ella ya le conocía por un reparto en un trabajo anterior. El hecho es que Joan, ya divorciada de Douglas Fairbanks, hizo lo imposible por seducir a Tone, y no paró hasta casarse con él. Franchot Tone, el seductor seducido. Davis no le perdonó que le quitase el novio y juró vengarse de ella. A esto, hay que añadir que Davis había rechazado el papel protagonista de "Alma en suplicio", a pesar del comienzo de su declive. En cambio, Crawford aceptó la oferta de la Warner, lo que enfureció aún más a su rival, puesto  que con esta película Joan conseguiría el Oscar y el título con el que iba a ser llamada "La reina de la Warner", y por encima de Bette que seguía decayendo.
           
Ahí vemos a las dos estrellas juntas en la presentación de una ceremonia de premios en 1963.
Es una foto histórica en la que vemos a la pareja.
Interesante y demoledor el ataque dialéctico entre una y otra estrella, merced a la vulnerabilidad que ofrecían los recovecos oscuros de sus respectivas vidas y a los engaños y las supuestas vilezas con las que, al parecer, se descargaban y obsequiaban una a otra. Davis y Crawford, después de cuanto ocurrió en sus vidas, en perjuicio recíproco, estaban condenadas a odiarse. La realidad era que Bette Davis parece que era la gran actriz y Joan Crawford la muñequita que volvía locos a los hombres. Eso decía Hollywood. Ambas lo sabían y Crawford, que era inteligente, procuró sacarle partido a su enemistad manejando a directores y productores, además de poner un punto de ironía en sus declaraciones, para luego ofrecerse a trabajar con ella en "¿Qué fue de Baby Jane?" Lo cierto es que en la historia del cine jamás se había producido el encumbramiento de un estrellato conjunto, además de la recuperación del reconocimiento de sus talentos, al ofrecer un "duelo de titanes" entre las dos actrices. Curiosamente, la persistente y obstinada disputa entre las dos marcó, quizá, una línea roja de respeto hacia sus talentos y supuestas dignidades, y así era lo que evidenciaba la elocuencia de sus frases, las que se lanzaban una a otra, y con ellas, su feroz crítica encubierta.
               
Bette Davis y Joan Crawford, con Jack L. Warner en medio,
principal artífice del encuentro de las dos superestrellas
para la producción de "¿Qué fue de Baby Jane?"
Para documentarnos de Davis, con éstas y otras referencias anteriores, extraemos  de las reseñas biográficas de algunos autores, como Charles Higham, Stine Whitney, Roy Moseley, Barbara Leaming, Laura Moser, o del libro de Ed Sykov: "The life of Bette Davis", incluso de las del propio libro que escribió Bette Davis: "The lonely life: an autobiography".
   
Así, de las declaraciones de Bette Davis, ella dijo: "Joan Crawford y yo nunca hemos sido buenas amigas. No somos agradables. La admiro, pero eso no impide que me sienta incómoda junto a ella. Para mí es la personificación de la estrella de cine. Siempre he pensando que la mejor interpretación de Crawford es el de Crawford". También llegó a declarar: "La vez que mejor me lol pasé con Joan Crawford fue cuando la empujé por las escaleras en ¿Qué fue Baby Jane?"
    
Bette decía: "Joan era tan jodidamente correcta que a mi me enfurecía. Agradecías cualquier cumplido ajeno y firmaba autógrafos con un ´Que Dios te bendiga`. Joan Crawford". Y continuaba relatando en su biografía: "Por lo demás, entre nosotras y en la cercanía personal, éramos amables la una con la otra. Seguíamos las normas sociales de comportamiento: ´Buenos días, Joan`, ´Buenos días, Bette`. Gracias a Dios que no tuvimos que interpretar en ningunas otra películas a personajes que se llevaran bien".
             
Joan Crawford recibe en 1946 su Oscar por "Alma en suplicio"
Esto lo decía con un deshago incontenible, pero con una sonrisa perversa: "Joan Crawford ha dormido con todos los actores de la MGM, menos con Lassie".  
    
Davis se rendía, con aparente respeto, a las dotes de actriz de Crawfod: "Nunca he sido una gran fan de la señorita Crawford, pero he respetado su talento y aún lo hago".
  
Por su parte, teniendo en cuenta la bibliografía de Lawrence Quick, David Bret y Fred Lawrence Guiles, para documentarnos de Crawford, extraemos de sus reseñas, entre otra información, algunas de las declaraciones que hizo Joan"Uno de los mayores retos a los que me enfrenté fue trabajar con Bette Davis en un rodaje. Tal era su temperamento que se pasaba las mañanas gritando. Yo me sentaba a calcetar una bufanda que llegaba desde Hollywood hasta Malibú".
  
"Bette Davis robó mis mejores escenas, pero lo divertido es que cuando veo ¿Qué fue de Baby Jane? me doy cuenta de que ella me las robó porque parece una parodia de sí misma y yo una estrella", declaró también Crawford.
               
"Crawford no sólo envidiaba a Davis -cuenta uno de sus biógrafos- sino que desde el principio se había
enamorada de ella". Después, todo terminó siendo una historia de amor y odio.

Seguía Joan: "Siempre he creído en la ética cristiana: perdonar y olvidar. Tenía ganas de trabajar con Bette de nuevo, pero no tenía ni idea de la dimensión de su odio y que tenía planeado destrozarme". Y añadía: "Aún me entran escalofríos cuando pienso en la traición que la señorita Davis llevó a cabo en Canción de cuna para un cadáver, pero me negué a dejar que el enfado o el odio entrasen mi en mi corazón". Y es que parece que Davis supuso que Crawford había vuelto a intrigar contra ella. La sola idea de que Joan apareciera en el rodaje era para Bette algo terrible. Fue tal su obsesión, que ésta urdió un plan para humillar a Joan a su llegada al lugar del rodaje y hacer más duro su enfrentamiento. Sin embargo, Crawford contraatacó y excusó su abandono en el rodaje con una causa legítima al encontrarse indispuesta y tener que acudir al hospital, lo que causó serios sobrecostes de presupuesto y obligó a buscar otra actriz, de manera que el director Aldrich no tuvo más remedio que contratar a Olivia de Havilland.
            
Fueron los matrimonios que más felices le hicieron. Eso se dice. A la izquierda, se acababa de casar con
Douglas Fairbanks, en 1929. A la derecha, con Franchot Tone, en 1935. Tenía 25 y 30, respectivamente
Joan Crawford se casó 4 veces. La primera cuando tenía 25 años, con el actor Douglas Fairbanks. A los 30 años se casó con el actor Franchot Tone, que era novio de Davis y que co-protagonizó siete películas con Joan. El matrimonio duró 4 años. Su cuarto y último marido fue Alfred Steele, un millonario y presidente de la Pepsi-Cola del que se quedó viuda a los 55 años, asumiendo la presidencia de la compañía durante un tiempo, aún contando con la oposición de los demás accionistas. Sus romances, fuera de sus matrimonios, eran incontables y Hollywood lo sabía muy bien. Su promiscuidad, sin diferencia de sexos, lo entendía como un mero trato social más que una conducta de vida frívola y ligera. Si bien, eso sí, aunque con los hombres se posicionaba en un rol dominante, con las mujeres competía en todos lo estratos: sobre todo, por lo mejores papeles de protagonismo, por el mejor atractivo, y, en última instancia, por el mejor placer en la cama.
            
¡Impresionante, Joan! Había una altivez y arrogancia en su rostro,
justo desde ese ángulo que la hacía más hermosa y arrebatadora.
Lo cierto es que la conducta liberal y frívola de Joan Crawford comenzaría desde muy jovencita, cuando a sus 18 años ya era una flapper, una chica de conducta poco convencional y atuendos raros, muy atrevida en sus relaciones amorosas. Su aparente estabilidad con un temprano matrimonio con Fairbanks  no la cambió en absoluto. De hecho, fue un capricho, un loco desvarío de seducción, el quitarle Franchot Tone a Bette Davis, para casarse con él. Aunque no es menos cierto que Crawford quiso vengarse de Davis porque ésta le rechazó en un acercamiento sentimental que pretendió con ella. Sus amigos decían de ella: "Esta Lucille -como la llamaban- no tiene remedio". 

La escritora Imma Miralles decía de ella: "Sus relaciones lésbicas eran encuentros interminables (a veces con dos o tres mujeres a la vez) donde el culto al "tribadismo" ejercía un papel principal. De hecho, son legendarias sus enemistades con varias actrices de su generación, aunque no consta que a todas intentara llevárselas a su dormitorio".
        
Extraemos también de Miralles: "El caso más amable tal vez sea el de Greta Garbo, con la que coincidió durante el rodaje de "Gran Hotel". Puede que sea la única actriz a la que Crawford respetó y admiró con total sinceridad, y tal vez la primera por la que se sintió atraída, aunque la actitud esquiva de Garbo impidiese que sucediera nada más. Por lo visto, en una de los descansos del rodaje, ambas estaban conversando sobre una escena, cuando Greta le tomó el rostro entre las manos y le dijo que era una de los más hermosos que había visto en su vida. Algún tiempo después, Crawford confesó que en ese instante sintió que estaba preparada para convertirse en lesbiana". Parece, y estuvo claro, que "no llegaron más allá en la relación".
      
Bette Davis se casa con Oscar Nelson en 1932. Un día, en una cena
de gala previa a la entrega de los premios de la Academia, cuando
aún no tenía el nombre de "Oscar", alguien descubrió el parecido
del busto de la estatuilla con el rostro de Oscar, su marido.
Y cuenta también Imma Miralles, refiriéndose  la la rivalidad de Crawford con Davis, y a una mutua relación de fascinación y odio entre ellas: "Dicen que Crawford envidiaba y admiraba el talento de Davis, y que ésta hacia lo propio con el atractivo de Crawford. Como también es posible que Joan estuviera infinitamente resentida  porque en varias ocasiones había tanteado las opciones de conquistar a Bette -como ya se ha dicho-, topándose con una rotunda negativa. Se dice que en la fiesta de un pre-estreno, Crawford se hallaba en compañía de un grupo de los suyos y vio aparecer a Davis, a quien invitó de forma poco sutil para que se uniera a ellos. Davis rehusó contestándole muy despectivamente".
             
Bette Davis se casó a los 24 años con Harmon Oscar Nelson, matrimonio que le duró 6 años. Entre 1940 y 1950 se casó otras 3 veces, a los 32, 37 y 42 años. Sin embargo, ninguno de sus cónyuges eran conocidos, ni llegaron a tener relevancia sentimental alguna, tal y como llegó a significar su romance con William Wyler; aparte, eso sí, de los devaneos amorosos que tuvo con el actor Franchot Tone entre el 1934 y 1935, con el que había trabajado en el film "Peligrosa" ese último año, y que la abandonó para casarse con Crawford. Además de la aventura sentimental que debió vivir con el también director Vincent Sherman, el cual no reparó tampoco en alternar otro romance con Joan Crawford.
    
William Wyler dando instrucciones a Bette Davis en un descanso
de rodaje. Él fue el primero que la dirigió corregiéndole algunos
de los defectos de gesticulación en la interpretación 
Con Wyler ocurrió que éste iba a dirigir la película Jezabel en 1938 y pensó elegir a Davis. Él no recordaba que siete años antes había humillado a la actriz en una prueba de cámara. Aún así, a ella no le importó aprovechar la ocasión para trabajar con un cineasta del prestigio y talla como William Wyler. Davis cuenta en su autobiografía que él no recordaba el incidente y se quedó desconcertado cuando ella se refirió al percance. En consecuencia, la actriz aparcó viejos rencores y se entregó de lleno a su trabajo en el rodaje. Relata el escritor Ed Sikov en la biografía de la estrella: "Aquel hombre era un director, un cineasta creativo que estaba construyendo Jezabel con un cuidado minucioso, de una forma que Davis no había visto hasta ahora".
        
Parece que Wyler, además, fue el primero que se atrevió a pedir a Davis cierta contención teatral, buscando una mayor moderación de su torrencial talento interpretativo, generalmente desatado  a causa de su crispación interior y su ansiedad personal, lo que la llevaba a un histrionismo compulsivo en la expresión de sus gestos y en su sobre-actuación. Wyler explicó: "Le dije que hay escenas importantes, pero que no todas los son, para que así aprendiera a no actuar siempre con el mismo registro, como si su vida dependiente de ello".
           
"Yo fue la Marlon Brando de mi generación" -dijo Bette
Davis. Es una imagen representativa de Jezabel.
Deslumbrada por su arte y domesticada por su dirección, Davis acabó vertiendo toda esa pasión ahorrada en su nuevo mentor, y el romance entre los dos (pese a que ambos estaban casados) se convirtió en la comidilla del estudio. y el personal del rodaje, más de una vez, por las noches y al terminar el trabajo, los encontró haciéndose arrumacos o echados en algún rincón.
          
El escritor y guionista Diego Soto relata: "El affaire terminó poco después del final del rodaje, en febrero de 1938". Davis llegó a confesar: "Discutíamos y hacíamos las paces, discutíamos, hacíamos las paces. A veces era como vivir en la locura". Y Soto recoge de  las declaraciones de Davis: "El director fue el amor de mi vida". Y añade: "Después del divorcio debería haberme casado con Willy". Sin embargo, y al parecer, Wyller no había tenido nunca ninguna intención de casarse con ella, ya que la consideraba demasiado neurótica, a veces incluso con desviaciones obsesivas. Fue él, el que rompió. Alguna vez dijo: "Bette era posesiva, intolerante, me superaba, no podía con ella". Y la anécdota que cuenta al respecto Lupita Kohner, la mujer del agente de Wyler: "Muchas veces estábamos cenando los dos con Willy, sonaba el teléfono, y era Davis, insistiendo. Él no se ponía".
               
Hay dos anécdotas curiosas de Bette Davis. Parece que hay una razón por la que el físico de su rostro no fuera convencionalmente bello, mientras que su piel era de un fino y traslúcido poco común; consecuencia de secuelas de las graves quemaduras que sufrió en la cara, cuando de niña jugaba con las velas de un árbol de Navidad en su casa. En cuanto al nombre con el que se bautizó a la estatuilla representativa de los galardones que concedía la Academia de Hollywood, se le llamó "Oscar" por una broma que se le gastó al primer marido de Bette, debido al parecido de los rasgos de su rostro con los de la faz del busto esculpido en el modelo de la figura. (Véase la foto de más arriba de Oscar con Bette). Y es que él se llamaba Óscar de nombre y alguien dijo: "¡Fuck... then nailed to your face!" (¡Joder... pues es clavao a su cara!"). aunque, ciertamente, en otra ocasión, la secretaria ejecutiva de la Academia llegó a decir que el busto de la estatua se parecía al Rey Oscar. Incluso también se dijo que a "su tío Oscar").
         
Joan Crawford (óleo de Anthony de Frange),
prototipo de la estrella que se forjó a sí
misma, ambiciosa y maquiavélica, pasó de
pasó de ser vilipendiada por la MGM como
"veneno para la taquilla" a renacer
haciéndose con el Oscar en 1945.
"Joan Crawford, la gran dama del cine, vivió sólo para ser una estrella. Decidida a triunfar, ambiciosa y tenaz, poseedora de una gran fuerza de voluntad y una enorme capacidad de trabajo y sacrifico, consiguió convertirse en una institución del séptimo arte. Decidió que quería ser actriz e hizo de ello su único objetivo de vida. Para obtener el estatus de estrella, su existencia estuvo siempre meticulosamente orquestada de forma que pudiera satisfacer el gusto del ciudadano medio. Se rodeó de una aureola de respetabilidad y fue la única estrella americana en elaborar un mito vendible en el mercado internacional" (De Teresa Amiguet, La Vanguardia)
     
Joan Crawford fue comparada con Greta Garbo, tan deseada y admirada por el público como ella. Aunque siempre recelosa una de otra, de su resplandor, de su glamour y de su mito. Crawford consiguió mantenerse en la cima cuatro décadas, superando los límites de su capacidad de interpretación y de versatilidad para sus personajes en el cine.
                  
Ciertamente, de la crónica negra de Crawford hay dudas y hay motivos para sospechar que se publicaron infundios y libelos para destruir el prestigio y reputación de su nombre. Desde sus excesos en su conducta promiscua y su escandaloso exhibicionismo en algunos actos privados con sus directivos y compañeros, hasta el contenido del escalofriante libro que escribió su hija adoptada Christina Crawford en 1978, en el que describe a Joan como "una mujer colérica, maltratadora de sus hijos y obsesionada por ciertas vejaciones con ellos". Y fue la adaptación de ese libro a una película que se rodó después con el título de "Queridísima mamá", con Faye Dunaway en el papel de Crawford, en donde descubrimos el que podría haber sido el verdadero carácter de la actriz, al menos de "puertas para adentro de su casa". Sus manías obsesivas de limpieza y de orden, la persecución compulsiva que tenía por Christina desde niña y a quien al final desheredó. En definitiva es el lado oscuro que esconden algunas estrellas, como en el caso de Crawford, y que siempre han alimentado esa terrible crónica negra que ha tenido el cine desde que se inventó.
                  
Crawford - Davis, Davis - Crawford, demasiado impetuosas,
demasiada furia entre ellas para llevarse bien. Y más cuando
tanto daño se hicieron y con tanta venganza se despacharon.
En cuanto a otras de las curiosidades o anécdotas que se cuentan de la vida de Crawford, destacamos algunas de ellas. De su matrimonio con Alfred Steele, presidente de la compañía Pepsi Cola, tras  su muerte fue primero presidenta provisional del grupo, para luego ejercer como directora general de la empresa a partir de 1948 durante un tiempo y dada su habilidad para los negocios. En cuando a esto, hay que decir que para ocupar ese puesto en el consejo de administración de la Pepsi tuvo que luchar contra la oposición de los consejeros amenazándoles con arruinar la empresa haciendo una mala publicidad del refresco, en contra de la buena imagen que en la época de su marido se había encargado de dar ella misma. De su herencia, apenas dejó nada a sus hijos, adoptados los cuatro, tan solo una pequeña cantidad a sus dos hijas menores, precisamente las que menos había convivido con ella. Todo su dinero lo dejó para fines benéficos e instituciones para la lucha contra el cáncer. Nadie pudo imaginar que Christina, por la que tanto decía querer más que a ninguno de sus hijos y quien más se preocupó por su madre, la dejara sin nada de su herencia.

Y hay que decir, en cuanto a Bette Davis, que no fue ella la rival más odiada por Crawford. En definitiva, con ella tuvo una historia de amor y odio. En cambio, Norma Shearer fue la enemiga que más detestó. Todo empezó porque al estar casada ésta con un directivo de la MGM, le daban los mejores papeles. Crawford se desquitaba diciendo de ella: "No lo entiendo. Es bizca, patizamba, una palurda y actúa de una manera incapaz. ¿Qué es lo ven en ella?". Joan tuvo un enfrentamiento con Norma tan fuerte en un rodaje que llegaron a las manos, hasta el punto que George Cukor, el director, tuvo que echar a Crawford del plató. Algo así, nunca ocurrió con Bette Davis.
             
Composición fotográfica del primer plano de Bette Davis en distintos perfiles representativos escénicos
y desde enfoques diversos.
Precisamente, sobre el milagro que hace a veces la rivalidad entre dos talentos del arte, y sobre la grandeza del cine, hay una anécdota que hizo aún más grandioso el Séptimo Arte. A Jack Warner, directivo de la Warner, le plantearon producir una adaptación de la novela "¿Que fue de Baby Jane?", de Henry Farrell, contando en el reparto a Davis y Crawford. Al ejecutivo casi le da algo, pues pensaba que eran dos viejas estrellas en pleno declive y la película sería un fracaso, un fiasco. Pero Robert Aldrich iba a dirigirla y quería una obra maestra, contando con el estimulante de aquel "choque de trenes", como le llamaron. Y así, "¿Que fue de Baby Jane?", una vez terminada, se acabo convirtiendo en un éxito de taquilla, y ello pese a su bajo presupuesto. Cierto que la crítica ayudó mucho al ponerla como un trabajo sublime. Bette Davis fue nominada al Oscar, aunque no lo consiguió. En cambio, Crawford, envidiosa de Davis, manejó a los miembros de la Academia para recoger el premio de Anne Bancroft, que ganó el Oscar. Cuando todos los asistentes pensaban en el Oscar para Bette Davis, se anunció la ganadora que no esperaban. Joan se dirigió triunfante al escenario, topandose intencionadamente con Bette en el camino, y espetándole: "Permiso, querida, voy a recoger un Oscar". Nunca se supo que pasó, porque la prensa sabía que el Oscar era para Davis, incluso parece que la Academia lo había anunciado antes.
    
Para ilustrar aún más esa rivalidad entre las dos grandes estrellas, hay una serie de televisión que se produjo y emitió en 2017 por la FX Network, titulada "Feud. Bette and Joan", y que protagonizada por Jessica Lange y Susan Sarandon, retrata muy cuidadosamente la enemistad y los roces que ambas tuvieron, además de ofrecernos el glamour y las vergüenzas del viejo Hollywood.
                
Composición fotográfica del primer plano de Joan Crawford en distintos perfiles
representativos escénicos y desde enfoques diversos.
De Joan Crawford, se decía que "su belleza y su sagacidad le permitieron alcanzar la fama muy joven". Luego, su físico se transformó, o quizá fue que se adaptó al perfil del papel de sus personajes. Su vida, en sus últimos años, no fue precisamente un camino de rosas. No sólo su olvido por parte de los directores y productores, de los que estaba acostumbrada para ser contratada, sino su decadencia física y la enfermedad que muy pronto había comenzado a padecer, y por la cual falleció en 1977 a los 73 años de edad.  De Bette Davis, se dijo que era "la fea más hermosa del cine", aunque también tuvo el titular "la belleza diferente de una diva". Lo cierto es que Davis no encajaba en los cánones de belleza de la industria del cine, pero ése era su contrapunto físico, lo que le daba carisma a su personalidad. Ella odiaba el "sambenito" de sus "ojos saltones" y no soportaba el comentario de la mención de su efecto en el rostro. Tuvo que afrontar siempre el drama de un comportamiento neurótico. En su último año, acudió invitada a la gala del Festival de cine de San Sebastián, quizá su última aparición. A los pocos días ingresó en el Hospital Americano, en París y falleció víctima del cáncer que sufría. Tenía 81 años.
   
Joan y Bette. Quizá ya desde muy jóvenes, como están ahí, en sepia, estaban predestinadas a odiarse

Crawford y Davis. Ambas tenían un punto radiante y espléndido, además de una glamourosa fotogenia, cuando se las enfocaba desde su justo ángulo. Ambas poseían un carisma estético y una personalidad que se denotaba en su rostro y que era visible en los ojos y, más concretamente, en la mirada de cada una de ellas. Las dos estaban condenadas a odiarse. Ambas fueron dos "monstruos"legendarios de la interpretación en "el blanco y negro". Nunca sabremos si su talento hubiera tenido cabida en el cine contemporáneo. Probablemente hubieran vuelto a marcar ese mismo hito de haber seguido en su permanente y eterna disputa, sobre todo la que siempre nos mostraron a través de su duelo interpretativo; la que definió la grandeza de su genialidad en "el Séptimo Arte".    
Ángel González "Rusty Andecor".
        
Últimos artículos dedicados a las estrellas de la segunda parte de la crónica de las grandes actrices del blanco y negro, cuyo índice aparece más abajo:
  
       


             
      
  

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