Joan Bennett y Edward G. Robinson en una escena del "Perversidad" |
"El
universo de las estrellas en blanco y negro" no
estaría completo de galaxias del celuloide si no pudiéramos contemplar algunas
de las estrellas que dieron brillo al firmamento del cine clásico. Pues
fueron "las estrellas del cine negro", las que
proporcionaron la sombra del misterio en aquellas nostálgicas películas y que nos
cautivaron con el claroscuro de sus personajes; de su perfidia, unas veces, de su fascinación, otras, incluso alguna vez, de su redención por amor. Estrellas arrebatadoras por su encanto y
belleza, que conjugaban el engaño y la traición con el sacrificio y la muerte, porque
finalmente, muchas de ellas terminaban enamorándose.
"El cine negro es una nebulosa", decía el historiador de cine Noël Simsolo en su libro "El cine negro: pesadillas verdaderas y falsas", refiriéndose metafóricamente a las numerosas divergencias en torno al concepto que los críticos del cine tomaron de ese género. Ni siquiera los estudiosos coincidían con la temporalidad de sus producciones, pues si para la crítica más estricta el "cine negro" terminaba con los últimos filmes en blanco y negro de los años cincuenta, para otros, que se atenían a la dosis de suspense o intriga que tuviera el argumento, la película quedaba incluida en la categoría de cine negro. Y si el argumento giraba alrededor de una trama violenta que enmarcaba a policías o detectives y gánsters o criminales, o que incluía a personajes desequilibrados, pérfidos o atormentados que planeaban un fin delictivo, se catalogaba en el género de "negro", sin tener en cuenta el componente que marcaba tradicionalmente el género en su sentido más purista: el ambiente turbio y pesimista dentro de un estilo tenebroso, envuelto en un juego de luces y sombras, de personajes cínicos y una mujer fatal que, sirviéndose de su atractivo y belleza, terminaba llevando al hombre a la perdición.
El “cine negro” es un género cinematográfico que se origina en los años
30 en EE.UU. y tiene su apogeo en la década de los 40, aunque se sigue
produciendo en los 50. Parece que el auténtico
debut, el que le dio el prestigio, se rodó en 1931 con la película "Las calles de la ciudad", que protagonizaba Gary Cooper. Lo cierto
es que su procedencia etimológica viene del francés “Film noir”, aunque fue el cine
italiano el que lo estrenó en una película y el escritor italo-suizo Nino Frank el que en 1946 acuñó el término. El antecedente bien pudo adoptarse con el film "Los bajos fondos" (1936), de Jean Renoir. En cuanto a su contenido, es la
crítica cinematográfica la que lo describe dentro de un argumento de cine de
gánsters, incluso de cine social. Por lo general, al menos para los profanos,
el “cine negro” siempre ha girado en torno a hechos delictivos y criminales, con
una característica visual que protagonizaba la iluminación tenebrosa en claroscuro,
a veces escenas nocturnas con humedad en
el ambiente, con el uso de sombras en un juego intencionado para exaltar la
psicología de los personajes. El efecto más impactante lo producía el “blanco y
negro” y sus tonalidades grisáceas, lo que no tiene nada que ver con el epíteto “negro” del término genérico “cine
negro”.
La personalidad de los personajes del “cine negro” se mueve con
frecuencia entre el cinismo y la corrupción, como clave de su conducta, pero también como amenaza del héroe o del protagonista de la trama, y que queda enmarcado en un entorno social violento o al menos inquietante. Curiosamente,
los diálogos están llenos de expresiones construidas con un lenguaje elíptico y
metafórico, llenos de sarcasmos y comentarios irónicos. Se dice que “las
fronteras entre buenos y malos se difuminan y el héroe acostumbra a ser un
antihéroe atenazado por un pasado oscuro”. Sin olvidar la presencia de “la mujer
fatal”, con su apariencia inofensiva, a veces dulce, pero que puede conducir a sus víctimas al
peligro o a la muerte, aunque en ocasiones al enamorarse o verse seducida por
el personaje que la corteja, se redime o se arrepiente de su conducta y le salva, aún a riesgo
de su vida. Y en cuanto al "The End", el final de una película de “cine negro”, suele ser muy común el desenlace
agridulce, cuando no una conclusión feliz, aunque muy indefinida. Incluso, los directores
más prestigiosos de este género solían dar una solución aparentemente convincente
en una escena que sugería un buen final, pero tan breve que no daba tiempo a complacerse con
ella.
Hay que decir que muchos clásicos de este género están basados en novelas que describen su argumento y estilo tal y como se ha representado en el cine. Es el caso de films de culto de ese género, tales como “El halcón maltés”, quizá éste el primer film "de libro" de "cine negro", “El sueño eterno”, “Perdición”, “El cartero siempre llama dos veces”, “La jungla del asfalto”, entre cientos de películas. Y hay que recordar también, que el cine negro, en su período más clásico de Hollywood, tuvo directores míticos, maestro del "Séptimo Arte" y que dirigieron muchas de sus producciones. Robert Siodmak, Carol Reed, Fritz Lang, John Huston, Howard Hawks y Otto Preminger, entre muchos más, quienes como cineastas referentes, dirigieron algunos de los "clásicos" del género. "Forajidos", "El tercer hombre", "La mujer del cuadro", "El halcón maltés", "El sueño eterno", "Laura", son ejemplos de esos trabajos de los que, respectivamente, realizaron tales maestros del celuloide. Y ello, desde luego, sin olvidarnos de la batuta de inmortales realizadores, tales como Billy Wilder, Michael Curtiz o el propio Orson Welles. que dirigieron "Perdición", "Alma en suplicio", "La dama de Shanghai", cada uno de ellos. Incluyendo al maestro del suspense, Alfred Hitchcock, del que no podemos dejar de recordar dos auténticas piezas maestras del "cine negro", como "La sombra de una duda" o "Encadenados", éste uno de sus trabajos más apreciados
En cuanto a los actores y las actrices que solían
interpretar los personajes con más autenticidad y carisma, o incluso con más credibilidad, es un apartado en el que no es precisamente el rigor de los más destacados en ese ámbito artístico de los famosos. Quizá esto es una cuestión personal y del gusto de cada uno. Para mí hay tres
actores cuyas interpretaciones me fascinaban. Eran Humphrey Bogart, Edward G. Robinson y Claude
Rains.
Como también eran tres las actrices que me impresionaban cuando las veía actuar en ese perfil tan perturbador. Fueron auténticas "estrellas del cine negro". Verónica Lake, inquietante con aquel mechón de su dorada melena, bellísima cuanto más misterio despedía. Lauren Bacall, la que nos cautivaba cuando la veíamos junto a su querido Bogie. Y Lana Turner, la mujer fatal del cine, nadie mejor que ella para representar el papel de “mala” de una película. Por cierto, que cada una de las tres ya tuvieron su reportaje en este blog. Sin olvidar, al menos otras dos actrices que para mí representaron otro referente del cine clásico en el subgénero del "film noir". Ellas fueron Joan Bennett y Gene Tierney, ¿cómo olvidar "La mujer del cuadro" o "Laura"? Gene Tierney también ocupó otro reportaje en la galería homenaje de esta colección de estrellas.
Capítulo aparte merece citar a otras estrellas, puede que algunas de ellas dentro de un nivel artístico inferior, pero no por ello desdeñable. Artistas del "cine clásico" de los 40 que siempre serán recordadas por sus destacados papeles, cada una en algunos de sus filmes más conocidos y que se incorporaron también a la antología del "cine negro". Una muestra de ellas son Loretta Young, por "El extraño"; Ann Todd, por "El proceso Paradine"; Ginger Rogers, por "Testimonio fatal"; Linda Darnell, por "¿Ángel o diablo?"; Jane Greer, por "Retorno al pasado"; Ann Sheridan, por "La pasión ciega"; Susan Hayward, por "Odio entre hermanos"; Yvonne De Carlo, por "El abrazo de la muerte"; Hedy Lamarr, por "Mujer sin pasaporte"; Maureern O´Hara, por "Perseguido". Estarán en este reportaje, las que de ellas describan mejor, al menos desde mi perspectiva, el perfil de su personaje de mujer atractiva y turbadora en su papel, sin perder su influencia inquietante y seductora, a veces, destructiva, sobre el personaje del héroe o anti-héroe, detective o policía, gánster o delincuente. (Clic en los títulos anteriores y posteriores, resaltados en azul o malva tenue, para reproducir los filmes o vídeos-clips)
Y por lo que se refiere a los orígenes más conocidos del período clásico de este “cine negro”, así como a sus finales, al menos para quienes somos profanos del género, y siempre en el marco de producción de Hollywood, podría citarse como película referente para esos orígenes a “Las calles de la ciudad”, producción de la Paramount de 1931 y que protagonizó Gary Gooper. En cuando a las últimas, podríamos mencionar a “Sed de mal”, producida en 1958 y dirigida por Orson Welles, una de sus obras maestras, protagonizada por Charlton Heston y Janet Leigh, y "Atraco perfecto", de Stanley Kubrick, expectante intriga de un "cine negro" con una trama que se mueve entre traición o la muerte, con excelentes fundidos a negro, de lo mejor de Kubrick.
Cierto que hay una cuestión a considerar, ya que podríamos determinar que las producciones que trataron el estilo como de "film noir", intentando reflejar su argumento y ambiente, la mayoría de los críticos sostienen que tales películas, cuando fueron realizadas antes o después de los límites temporales del cine negro, no pueden clasificarse genuinamente como de “noir“, sino como claras alusiones a este género. Sin embargo, los criterios para definir o enmarcar determinados filmes son diversos, y entiendo que respetables. Es posible que haya estudiosos del cine, crítico y analistas del género que tratan ese catálogo según se le atribuya a la película, a su argumento y a la forma en que se dirigía y se interpretaba, por las características propias y comunes que la misma podría reunir como las que requiere un "cine negro". Y desde luego, otra cuestión de criterio sería el de la nacionalidad de la producción, ya que si nos atenemos a incluir los orígenes europeos, podríamos citar a "El muelle de las brumas", película francesa de Marcel Carné y con Jean Gabin y Michélle Morgan en el reparto, y como finales, a "Las diabólicas" (1955), que protagoniza Simone Signoret, auténtica obra de culto del "cine negro" francés.
En cuando a la actualidad, como ejemplos de este "cine negro" contemporáneo, aunque sus filmes no estaban producidas en el imprescindible "blanco y negro", contamos con tres clásicos de una época relativamente actual: "Chinatown" (1974), que dirigía Roman Polanski y que interpretaban Jack Nicholson y Faye Dunaway, "Fuego en el cuerpo" (1981), con William Hurt y Kathleen Tuner, y "L.A. Confidential" (1997), con Russel Crowe, Kevin Spacey y Kim Bassinger, considerada ésta como "la mejor película de cine negro de los últimos años". Y aunque sea una excepción, bajo mi gusto, la pena es que este film no estuviese rodado en "blanco y negro". Por lo demás, me atrevería a incluir en este apartado a un film de 1994 dirigido por John Dahl que, siendo esencialmente un thriller, retoma una parte importante de los fundamentos del "cine negro", sirviéndose del ingrediente imprescindible de la "femme f/atale" que personifica mediante una interpretación brillante la actriz Linda Fiorentino en la producción "La última seducción".
Pero si tuviéramos que poner un referente de auténtico "cine de culto" para la etapa más contemporánea del "cine negro", reflejo de los 40, como remake de su estilo, según mi opinión, hay una obra maestro que dirigió en 1984 Sergio Leone: "Érase una vez en América". La impecable interpretación de Robert de Niro, James Wood y Elizabeth McGobern, unida al soberbio trabajo musical de Ennio Morricone, hizo del film, no sólo un clásico del género del "crimen y mafia", sino un auténtico lucimiento épico de una historia representativa de los años 30 y 40, como un homenaje al "cine negro" de entonces. Tanto es así, que entiendo que es la única película que, sin quererlo y sin pretender definirse como "film noir", consigue serlo y sin necesidad de una filmación en "blanco y negro".
Como ya se indicó, algunas de las más conocidas y carismáticas estrellas del "cine negro", las que pertenecieron a su etapa más clásica, ya quedaron representadas en los reportajes de esta antología de estrellas del "blanco y negro". Por tanto, incluiremos aquí las actrices que, como antes ya se dijo, más impacto me produjeron, personalmente a mi, en la interpretación de sus respectivos papeles y en el perfil de los personajes que hicieron en algunas de sus películas. De ellas, dos actrices se convirtieron en auténticas estrellas del "cine negro": Joan Bennett y Linda Darnell. Sin embargo, haremos también referencia a otras que, aunque no representaron el género etiquetadas con el mismo perfil, quedaron inmortalizadas por alguno de los filmes que protagonizaron. Por tanto, citaremos a Loretta Young, Jane Greer, incluso a Ann Todd, Ginger Rogers, Yvonne De Carlo o Hedy Lamarr.
Joan Bennet. Nacida en Nueva Jersey, Estados Unidos, en 1910, consigue su debut en el cine cuando tenía 19 años, consiguiendo en parte el éxito con su apariencia ingenua, de rubia platino, aunque más tarde cambiar el color de su pelo y se convertiría en la belleza morena con la que cautivaría a sus espectadores con su perfil de "femme fatale" en "El hombre atrapado" (1941). Hasta entonces había protagonizado ya algo más de una veintena de películas, pero ésta que dirige Fritz Lang fue la que le dio la fama, siendo luego "La mujer del cuadro" (1944), que dirige nuevamente Lang y que protagoniza con Edward G. Robinson, la que le va a llevar al estrellato. Uno de los mejores "films noir" de la historia del cine, y de la que diría Fernando Morales, de El País: "...con un sobresaliente guión y el apoyo de un inconmensurable G. Robinson, Fritz Lang consigue una joya del séptimo arte". Y no bastante con la realización de esta obra de arte, el maestro expresionista del cine, logra superarse y lleva a Bennett a interpretar en "Perversidad" (1945), quizá el mejor papel de "mujer fatal" del cine negro. Tal es su reconocimiento, entre muchas de las críticas, que el ya citado Morales, de El País, escribiría: "Lang dirige magistralmente este intenso drama, consiguiendo de Joan Bennett una de las mujeres fatales mas logradas del cine de todos los tiempos". Y añadiría: "Un perfecto trabajo de Bennet y Robinson para un melodrama clásico e imprescindible. Fascinante". Sin olvidar el comentario que hizo Paul Taylor, del "Time Out": "Una de las visiones de Hollywood más tortuosas y sórdidas sobre el engañoso poder de la imaginación". O el de Peter Bradshaw, de "The Guardian", quien diría: "La manipulación, la obsesión erótica y la mala fe vulgar de este mundo son presentadas con elegancia por Fritz Lang".
Joan Bennett, aunque alternando después otros trabajos de rodaje, en 1947 hace dos nuevos filmes de "cine negro": "Una mujer en la playa", que dirige Jean Renoir y con Robert Ryan en el reparto, y "Secreto tras la puerta", dirigida una vez más por Fritz Lang y de la que, extrayendo otro comentario del crítico Morales, diría "Interesante drama psicológico, dirigido con habilidad y sentido del suspense. No es clásico, pero tiene algunas escenas realmente conseguidas". Años después rodaría "La cicatriz" (1948) y "Almas desnudas" (1949), ésta con James Mason en el reparto. Después de estos dos nuevos trabajos de cine negro, Bennett no vuelve a trabajar en este género que tanto la acreditó. Lo cierto es que, hasta el 71, en que se retiró del cine, pues después haría televisión, solo destacaríamos un par de películas. Una sería "El padre de la novia" (1950), una comedia romántica de Vicente Minelli y que Bennet protagonizaría con Spencer Tracy y Elizabeth Taylor. La otra, "Siempre hay un mañana" (1950), un melodrama que dirige Douglas Sirk y que co-protagoniza con Barbara Stanwick y Fred McMurray.
Joan Bennett, de nombre original Joan Giraldine, fue una actriz tan versátil en la interpretación, que le permitió aparecer en las comedias con tanta facilidad como para sus otros papeles más habituales en el melodrama. Desafortunadamente, un suceso luctuoso que le afectó directamente, acabó con su carrera debido a la publicidad que ocasionó el atentado de su marido contra quien era el agente de la actriz y debido a un ataque de celos. A partir de entonces, los directores con los que habitualmente trabajaba se le retiraron y apenas le ofrecieron más contratos, aparte de la televisión para la que hizo algunas series. En cuanto a su vida personal, aparte de las cuatro veces que contrajo matrimonio, no se le conocen otra relaciones sentimentales, aparte del escándalo que originó la agresión criminal de su segundo marido cuando intentó matar a su agente artístico, y con quien se sospechaba podía tener una aventura. Tenía entonces 40 años, falleciendo a los 80 en 1990.
Linda Darnell. Nacida en Dallas, Estados Unidos, en 1924 y fallecida muy joven, en 1965 a causa de un accidente. Desde muy joven, a los 11 años, comenzó a trabajar de modelo, y hasta los 16 años, en que fue contratada por primera vez en una película, también hizo teatro. A esa edad trabajó con Tyrone Power en "El signo del zorro", repitiendo con el actor en "Sangre y arena" y cuando aún no había cumplido los 17 años. En 1944, cuando aún sólo tiene 20 años, es dirigida en "Extraña confesión" por Douglas Sirk y con George Sanders en el reparto. En el mismo año hace "Sucedió mañana", dirigida por René Clair. En 1945 trabaja en "Concierto macabro", su primer "cine negro" y que dirige John Brahm. Y es en 1945 cuando en la película de "Fallen Angel" ("¿Ángel o diablo?"), dirigida por Otto Preminger y con Dana Andrews en el reparto, obra maestra del género, consigue el estrellato.
Ya en 1946, después de varios trabajos mediocres, Linda Darnell protagoniza "Pasión de los fuertes", con Henry Fonda y Victor Mature, uno de los clásicos del western y que dirige el maestro John Ford. En 1947 repite con Preminger, quien la dirige en "Ambiciosa", un drama de época y que tiene como compañero a Cornel Wilde. En 1948 revalida su reconocimiento con "Infielmente tuyo", compartiendo el protagonismo con Rex Harrison. Tenía entonces 24 años. En 1949 destaca con "Carta a tres esposas", un drama que dirige Joseph Mankiewicz. Éste mismo vuelve a dirigirla en "Un rayo de luz", un "cine negro" que rueda en 1950 y que protagoniza con Richard Widmark. Posteriormente y hasta 1965, año en que fallece a causa de un desafortunado incendio en su propia casa, interviene en algunas producciones poco notables entre las que únicamente merece citarse "Cartas envenenadas", otro "film noir" que dirige Mankiewicz de nuevo y que co-protagoniza con Charles Boyer.
Linda Darnell, de nombre original Monetta Eloyse, tuvo un desarrollo físico tan rápido que a los 11 años ya aparentaba un cuerpo de adolescente, razón por la que consiguió su trabajo de modelo, pasando a los 16 como una mujer adulta y mintiendo en su edad cuando a los 16 consiguió así su primer contrato como mayor de edad, encontrando fácilmente su rol de "femme fatale", más que de novia virginal. En cuando a su vida personal, se habló mucho de su inestabilidad y de su espiral de relaciones sentimentales que alternaba con sus matrimonios. No había terminado con una aventura y ya tenía otra. Sus devaneos más conocidos estuvieron relacionados con Mickey Rooney, cuando sólo tenía 16 años; con Howard Hughes, cuando tenía 22; con Mankiewicz, a los 24. Durante años fue conocida como "la chica de la cara perfecta".
Jane Greer. Norteamericana, nacida en 1924, de nombre original Bettejane. De modelo a cantante de una banda, fue descubierta por Howard Hughes a los 23 años y contratada por RKO. Antes había debutado como actriz de reparto en "Dick Tracy, detective", un thriller de acción. Luego, después de varios logros frustrados de la actriz, la productora encargó en 1947 a Jacques Tourneur un film que terminó siendo una película de culto: "Retorno al pasado". Jane Greer compartió la cabecera de reparto con Robert Mitchum y Kirk Douglas. Una obra magistral y un clásico imprescindible del cine negro. Y lo que es más, un retrato impactante de la "femme fatale" del "film noir". Luego, entre el 49 y el 51 hace otros dos filmes muy notables de cine negro y que fueron "El gran robo", que dirige Don Siegel y también con Robert Mitchum y "Prisionera de su pasado", dirigida por John Cromwell. Y aparte de una película de "El prisionero de Zenda" (1952), una muy buena película de aventuras que hizo con Stewart Granger, James Mason y Deborah Kerr, únicamente cabría destacar "El hombre de las mil caras" (1957), con James Cagney y Dorothy Malone, y "¿A dónde fue el amor?", un drama que dirige Edward Dimitryk, con Susan Hayward y Bette Davis en el reparto.
Loretta Young. Nacida en 1913 en EE.UU. De nombre original Gretchen Michaela Young. A los 3 años hizo su primer papel y en 1928, cambiado ya su nombre por Loretta trabajó con Lon Chaney en "Ríe, payaso, ríe". A los 17 años se fuga con un actor fracasado y se casa con él. El matrimonio se anula y estrena "Demasiado joven para casarse". Hasta entonces las filmaciones se habían hecho en "cine mudo". Y aunque hasta 1946 su carrera es muy prolífica, la actriz no empieza a destacar hasta ese mismo año, en que precisamente protagoniza "El extraño", un film de "cine negro" que dirige Orson Welles, junto a él mismo y a Edward G. Robinson en el reparto. Impresionante conjunción de Robinson y Young para un trabajo pletórico de ingeniosas escenas y una fotografía sombreada en su celuloide. En 1947 y con "Un destino de mujer", una comedia que protagoniza junto a Joseph Cotten, consigue el Oscar a la mejor actriz. En 1949 hace "La acusada", junto a Robert Cummings, otro notable film de "cine negro". En 1951 repite el género con "Motivo de alarma", junto a Barry Sullivan. Y en 1952 rueda el último trabajo que merezca citarse. Se trata del drama "El secreto de Paula", que protagoniza junto a Alexander Knox. De su vida personal, aparte de sus tres matrimonios y una relación sentimental con Spencer Tracy, en 1935, luego cuando tenía 22 años, Loretta causó un gran escándalo en el mundo del cine a causa de su relación con Clark Gable por la que quedó embarazada y con una hija que ocultó para retrasar las consecuencias del suceso y la mala publicidad para ambos artistas.
Ann Todd. Actriz británica nacida en Londres en 1909. Estuvo casada con el director David Lean. Merecen destacar "Intermezzo" (1939), un drama romántico que co-protagonizó con Leslie Howard e Ingrid Bergmen, "El séptimo velo" (1940), con James Mason en el reparto. "El proceso Paradine" (1947), de Alfred Hichcock, que protagonizó con Gregory Peck y Charles Laughton "So evil my love" (1948), con Ray Milland, "Madeleine" (1950). Además de dos interesantes filmes, en un género entre el thriller y el cine negro, "Tiempo sin piedad" (1957) y "El sabor del miedo" (1961).
Ginger Rogers. Nacida en 1911 en EE.UU. De nombre original Virginia Katherine. Además de actriz, fue cantante y bailarina, razón por la que su carrera, de la que se conocen casi 80 filmes, se centró generalmente en los musicales, siendo pareja de Fred Astaire en al menos diez películas. Sin embargo, se le conocen algunos títulos de comedia de intriga, aparte de tres filmes de "cine negro", aunque ya en la segunda etapa de su historial en el cine, razón por la que la incluimos en este reportaje antológico citando esos filmes que protagonizó en este género. "Aviso de tormenta" (1951), en la que trabajó con Doris Day. "La viuda negra" (1954), con Van Heflin y Gene Tierney. Y "Testimonio fatal" (1955), con Edward G. Robinson. En 1964 se retiró de los rodajes.
Hedy Lamarr. De nacionalidad austriaca, nacida en Viena en 1914 y de nombre original Hedwig Eva María Kiesler, era hija de un banquero y de una pianista húngara, ambos de origen judío. De pequeña, era tan superdotada que a los 16 años empezó a estudiar ingeniería, aunque abandonó la carrera por su afición al cine. Comenzó como ayudante, de un famoso director alemán. Sólo tenía 19 años. Ese mismo año, en 1933 ya protagonizó su primer film, una película checa titulada "Extasis" y por la que se hizo mundialmente famosa por realizar el primer desnudo integral en el cine y la primera simulación de un orgasmo haciendo el amor. (El enlace permite ver la película completa). Durante los 4 años siguientes, interrumpiendo su actividad artística, los dedicó al estudio de las comunicaciones inalámbricas a larga distancia, tema que ya había iniciado antes durante su carrera de ingeniería y que aplicaría después en la tecnología armamentística, cediendo la patente de su invento sobre "la conmutación de frecuencias" a los EE.UU. Luego, ya residiendo en el país norteamericano conoció a Louis Mayer, de la MGM. El ejecutivo de la productora la contrató para hacer sus primeros papeles. Es en 1938 cuando protagoniza su primera película estadounidense. Se trata de "Argel", una aproximación al "cine negro". que dirige John Crowell junto a Charles Boyer. En los 10 años que le siguieron, Hedy Lamarr rueda una veintena de trabajos, entre los que cabría destacar como filmes de intriga "Encrucijada" (1942), con William Powell en el reparto, y "Noche en el alma" (1944). Es la película "Mujer sin pasaporte" y que dirige Joseph Lewis, la que mejor caracteriza a Lamarr como una mujer fatal.
Yvonne De Carlo. Nacida en 1922 en Vancouver, Canadá. De ascendencia siciliana y escocesa y nombre original Margaret Yvonne Middleon. De niña recibió clases de cantó y abandonó la escuela para trabajar en clubs nocturnos. En 1940, preocupada su madre por la dudosa vida que llevaba en el último cabaret en el que trabajaba, se la llevó a Los Ángeles. En aquel mismo año, cuando acababa de cumplir los 18, ganó un concurso de "mises", siendo descubierta por un cazatalentos de la Paramount. Así, comenzó a hacer pequeños papeles ya con su nombre artístico, tomando el apellido De Carlo de su madre. La consagración de Yvonne De Carlo se produjo en 1947 con "Fuerza bruta", un drama carcelario, con Burt Lancaster y en que aparece como actriz de reparto. En 1949 protagoniza "El abrazo de la muerte", un buen "cine negro", una historia sórdida pero con un ritmo tenso y de auténtico suspense, dirigida por Robert Soidmak y co-protagonizada de nuevo por Lancaster, describe a Yvonne como una "femme fatale" tan bella como peligrosa. De todas formas, la mayoría de su trabajo en los rodajes fueron películas de aventuras o westerns, siendo tan prolífica en su carrera que no se retiró hasta cumplidos los 70 años. Aún así, había que citar este excelente "film noir" para nuestra "negra" antología.
Recordemos que, como ya se dijo, en este blog y en artículos anteriores, se trataron entonces otras actrices que representaron, algunas con más protagonismo si cabe, precisamente el "cine negro". Tal vez, y una vez mas como epílogo de la representación de este género, deberíamos de referirnos a títulos que fueron míticos. Tales como "Desvío/Detour" (1945), con Ann Savage, "Gilda" (1946), con Rita Hayworth, "Forajidos" (1946), con Ava Gardner, "La senda tenebrosa" (1947), con Lauren Bacall, "La fuerza del destino" (1948), con John Garfield, "Al rojo vivo" (1949), con Virginia Mayo, "La casa en la sombra" (1950), con Ida Lupino, "Los sobornados" (1952), con Gloria Grahame, "La casa número 322", con Kim Novak. Y uno más, quizá el último de la etapa clásica del género: "La noche del cazador" (1955), con Robert Mitchum y que dirigió Charles Laughton. Se hicieron críticas de esta películas, tales como "El más perverso cuento de hadas de la historia del cine" (M.A.Palomo, de El País), o "La película más inquietante de la historia del cine" (Carlos Boyero, de El Mundo), o "Una de las películas más perversas de la historia del cine, con uno de sus más grandes villanos" (Wilmington, del Chicago Tribune").
Decía Antonio Santamarina sobre el "cine negro", a propósito de la temática criminal y de la situación extrema y del potencial peligro de sus personajes, en el marco de las películas del género: "tienen un fuerte contenido expresionista en la estilizada formalización visual de sus imágenes. Son películas que ofrecen, desde la ambigüedad en que se instalan, un retrato metafórico y en presente de los males que aquejan a la sociedad".
Maite Alberdi, directora realizadora y crítica chilena, en su artículo "Una mirada al cine negro. Desde el expresionismo", a propósito de cómo el expresionismo se caracteriza por anteponer sentimientos subjetivos a observaciones objetivas, pretendiendo captar la esencia de los objetos y de las emociones, describe el distanciamiento de esa apariencia "exaltando los sentimientos, expresándolos sin esconderlos" y viéndolos reflejados en la estética de las películas, "las cuales en su forma -añade Alberdi- muestran un mundo interior, deformado y que se logra con la artificiosidad de los decorados, vestuarios y luces", porque "...lo que se ve son la emociones en si, un reflejo de la interioridad". Y continúa: "En el cine negro en cambio, viviremos una constante atmósfera de apariencia, donde cada persona trata de buscar un "disfraz", aunque esa máscara sea falsa y no permita alcanzar la realidad de los personajes, pues es tal su crisis de identidad que no se ven como todo buenos o malos". Pues, y concluye, "a diferencia de los "disfraces" expresionistas que serán reflejo de lo que verdaderamente son los personajes, el fondo se hace manifiesto en su totalidad".
Prosigue Alberdi en su artículo: "En el expresionismo todo parece abstracto, mientras que en el cine negro esa indeterminación todo se concretiza". Por su parte, Santamarina escribe, refiriéndose a la sordidez de un mundo de deterioro de las relaciones humanas en beneficio del poder y que se refleja en el cine de este género: "Es un paisaje moral donde todos siempre tienen algo que esconder, donde todo el mundo engaña a alguien para obtener un beneficio económico, y donde la única vía de escape para quienes no pueden salir del país consiste en reforzar la posición dentro de la escala social". Y Maite Alberdi aclara ese matiz sobre el mundo falso y oscuro que refleja este cine, y dice: "En el cine negro el poder pasará a manos de todos, pues al parecer todos creen tener ese poder. Los ciudadanos se condenan entre ellos, ya que viven en una lucha individual por la supervivencia, de forma que la ambición está en manos de todos, y así todos son poderosos, pero frágiles".
Y en definitiva, si contemplamos la atmósfera que envuelve la calidez humana en el "cine negro", el amor, la amistad y el respeto pierden sus valores morales. El ser humano vive en un mundo oscuro y confuso, absolutamente ambiguo y proclive a un estado de violencia permanente. Además, el cine negro se caracteriza, aunque solo en parte, por un comportamiento "machista", visto desde una perspectiva actual y en el contexto de una realidad de agresión a la dignidad de la mujer, y del que por cierto suele ser la propia "mujer fatal" la que interviene en fomentar esa posición que unas veces degenera y otras se explota o se lucra, porque es la "femme fatale" la que, a través de su "fatal atracción", lleva a la ruina o a la perdición, al héroe o anti-héroe, o incluso al amante o enamorado.
Por cierto, frases como éstas describen muy bien esa atmósfera, esa mundo a veces tan atormentado: "Eres como una hoja a la que el viento lleva de una cloaca a otra" (Robert Mitchum en "Retorno al pasado"), "Ambos estamos podridos" (Barbara Stanwyck en "Perdición"), "¿Víctimas? No seas melodramático. Dime, ¿te sentirías culpable si alguno de estos puntos se dejan de mover para siempre?" (Orson Welles, subido en una noria en "El tercer hombre"), "Te lo digo por última vez, Rick, no te enamores de mi. Sólo quien se respeta a si mismo sabe amar; yo no me respeto a mi misma" (Lauren Bacall a Kirk Douglas en "El trompetista").
Finalmente, no hemos de olvidar alguna de las técnicas de realización de este cine, ni una parte de la iconografía, más que de la escenografía, el marco y escenario que definió una peculiaridad del estilo del género. Por una parte, en cuanto a la técnica narrativa que suele usarse a veces, el cine negro suele acudir a menudo al flash back o a la voz en off, técnica que en ocasiones tuvo un efecto contrario a la claridad narrativa de la trama o la elocuencia visual del poder de la imagen "en blanco y negro" y a la riqueza de sus claroscuros. Por otro lado, recordemos los elementos figurativos, parte de la inconografía que rodeaba a los personajes del cine negro en sus escenas. Bares y garitos, hoteles baratos y moteles, cabarets y salas de juegos, despachos destartalados, a veces siniestros, calles nocturnas con anuncios de neón, parques de atracciones. Sin olvidad, por supuesto, el cínico detective de oscuro pasado, la seductora cantante del club nocturno, la complicidad del camarero de barra, o el desagradable y vulgar gánster de turno. Como tampoco puede faltar en la escenografía el impacto de la típica escena nocturna con su claroscuro tan premonitorio de amenaza o peligro y que suele potenciar un fría lluvia en un lugar solitario, junto a la fuerza sugerente de una justa y adecuada banda sonora y que nos va a delatar lo que puede suceder en esa misma escena. Imprescindible pues, la composición musical que describa la dinámica de los escenarios del film, adaptándola al juego interpretativo de sus personajes, a sus recovecos psicológicos e incluso anticipando a los momentos claves de la trama. La música en la realización de un "film noir" debe ser tan elocuente y expresiva como para interpretar toda una escena ausente de diálogos, porque, en ocasiones es la imaginación la que debe describir el contenido de una parte de la trama.
Por tanto y en cuanto a la música, imprescindible tener en cuenta algunos de los nombres más prestigiosos como compositores de bandas sonoras para el "cine negro", para lo que citaremos al menos los trabajos de dos filmes por autor: Max Steiner ("El sueño eterno", "Al rojo vivo"), Miklós Rózsa ("La ciudad desnuda", "El abrazo de la muerte", "Perdición", "Forajidos", "La jungla del asfalto"), Alfred Newman ("Carta a tres esposas", "Nido de víboras"), Bernard Hermann ("Concierto macabro", "Vértigo"), Hans Salter ("Perversidad", "Almas desnudas"), Arthur Lange ("La mujer del cuadro", David Raksin ("¿Ángel o diablo", "Laura"), Roy Webb ("Retorno al pasado", "Encadenados"), Dimitri Tionkin ("Jennie", "La sombra de una duda"), Franz Waxman ("El proceso Paradine", "La senda tenebrosa"), Henry Mancini ("Sed de mal", "Chantaje contra una mujer), e incluso Anton Karas, al que por un encuentro casual con el director Carol Reed, se le debe esta única banda sonora que compuso para "El tercer hombre".
Y para terminar, nada mejor que una legendaria frase pronunciada en el "cine negro", para entender que no todo era cinismo, engaño, indecencia, codicia o inmundicia: "Nací cuando ella me besó, morí el día que me abandonó y viví el tiempo que me amó" (Humphrey Bogart, en "Un lugar solitario").
Lauren Bacdall, Lana Turner y Gene Tierney, en sus respectivos papeles de "la chica" del film "cine negro" |
Hay que decir que muchos clásicos de este género están basados en novelas que describen su argumento y estilo tal y como se ha representado en el cine. Es el caso de films de culto de ese género, tales como “El halcón maltés”, quizá éste el primer film "de libro" de "cine negro", “El sueño eterno”, “Perdición”, “El cartero siempre llama dos veces”, “La jungla del asfalto”, entre cientos de películas. Y hay que recordar también, que el cine negro, en su período más clásico de Hollywood, tuvo directores míticos, maestro del "Séptimo Arte" y que dirigieron muchas de sus producciones. Robert Siodmak, Carol Reed, Fritz Lang, John Huston, Howard Hawks y Otto Preminger, entre muchos más, quienes como cineastas referentes, dirigieron algunos de los "clásicos" del género. "Forajidos", "El tercer hombre", "La mujer del cuadro", "El halcón maltés", "El sueño eterno", "Laura", son ejemplos de esos trabajos de los que, respectivamente, realizaron tales maestros del celuloide. Y ello, desde luego, sin olvidarnos de la batuta de inmortales realizadores, tales como Billy Wilder, Michael Curtiz o el propio Orson Welles. que dirigieron "Perdición", "Alma en suplicio", "La dama de Shanghai", cada uno de ellos. Incluyendo al maestro del suspense, Alfred Hitchcock, del que no podemos dejar de recordar dos auténticas piezas maestras del "cine negro", como "La sombra de una duda" o "Encadenados", éste uno de sus trabajos más apreciados
Son escenas de "El tercer hombre", con Alida Valli, "Encadenados", con Ingrid Bergman, "La dama de Shanghai", con Lana Turner, "Perdición", con Barbara Stanwick" y "Laura", con Gene Tierney. |
Como también eran tres las actrices que me impresionaban cuando las veía actuar en ese perfil tan perturbador. Fueron auténticas "estrellas del cine negro". Verónica Lake, inquietante con aquel mechón de su dorada melena, bellísima cuanto más misterio despedía. Lauren Bacall, la que nos cautivaba cuando la veíamos junto a su querido Bogie. Y Lana Turner, la mujer fatal del cine, nadie mejor que ella para representar el papel de “mala” de una película. Por cierto, que cada una de las tres ya tuvieron su reportaje en este blog. Sin olvidar, al menos otras dos actrices que para mí representaron otro referente del cine clásico en el subgénero del "film noir". Ellas fueron Joan Bennett y Gene Tierney, ¿cómo olvidar "La mujer del cuadro" o "Laura"? Gene Tierney también ocupó otro reportaje en la galería homenaje de esta colección de estrellas.
Escenas de "Mujer sin pasaporte", con Hedy Lamarr, "La pasión ciega", con Ann Sheridan, "¿Ángel o diablo", con Linda Darnell (en dos escenas), y "El abrazo de la muerte", con Yvonne De Carlo. |
Y por lo que se refiere a los orígenes más conocidos del período clásico de este “cine negro”, así como a sus finales, al menos para quienes somos profanos del género, y siempre en el marco de producción de Hollywood, podría citarse como película referente para esos orígenes a “Las calles de la ciudad”, producción de la Paramount de 1931 y que protagonizó Gary Gooper. En cuando a las últimas, podríamos mencionar a “Sed de mal”, producida en 1958 y dirigida por Orson Welles, una de sus obras maestras, protagonizada por Charlton Heston y Janet Leigh, y "Atraco perfecto", de Stanley Kubrick, expectante intriga de un "cine negro" con una trama que se mueve entre traición o la muerte, con excelentes fundidos a negro, de lo mejor de Kubrick.
Cierto que hay una cuestión a considerar, ya que podríamos determinar que las producciones que trataron el estilo como de "film noir", intentando reflejar su argumento y ambiente, la mayoría de los críticos sostienen que tales películas, cuando fueron realizadas antes o después de los límites temporales del cine negro, no pueden clasificarse genuinamente como de “noir“, sino como claras alusiones a este género. Sin embargo, los criterios para definir o enmarcar determinados filmes son diversos, y entiendo que respetables. Es posible que haya estudiosos del cine, crítico y analistas del género que tratan ese catálogo según se le atribuya a la película, a su argumento y a la forma en que se dirigía y se interpretaba, por las características propias y comunes que la misma podría reunir como las que requiere un "cine negro". Y desde luego, otra cuestión de criterio sería el de la nacionalidad de la producción, ya que si nos atenemos a incluir los orígenes europeos, podríamos citar a "El muelle de las brumas", película francesa de Marcel Carné y con Jean Gabin y Michélle Morgan en el reparto, y como finales, a "Las diabólicas" (1955), que protagoniza Simone Signoret, auténtica obra de culto del "cine negro" francés.
En cuando a la actualidad, como ejemplos de este "cine negro" contemporáneo, aunque sus filmes no estaban producidas en el imprescindible "blanco y negro", contamos con tres clásicos de una época relativamente actual: "Chinatown" (1974), que dirigía Roman Polanski y que interpretaban Jack Nicholson y Faye Dunaway, "Fuego en el cuerpo" (1981), con William Hurt y Kathleen Tuner, y "L.A. Confidential" (1997), con Russel Crowe, Kevin Spacey y Kim Bassinger, considerada ésta como "la mejor película de cine negro de los últimos años". Y aunque sea una excepción, bajo mi gusto, la pena es que este film no estuviese rodado en "blanco y negro". Por lo demás, me atrevería a incluir en este apartado a un film de 1994 dirigido por John Dahl que, siendo esencialmente un thriller, retoma una parte importante de los fundamentos del "cine negro", sirviéndose del ingrediente imprescindible de la "femme f/atale" que personifica mediante una interpretación brillante la actriz Linda Fiorentino en la producción "La última seducción".
Pero si tuviéramos que poner un referente de auténtico "cine de culto" para la etapa más contemporánea del "cine negro", reflejo de los 40, como remake de su estilo, según mi opinión, hay una obra maestro que dirigió en 1984 Sergio Leone: "Érase una vez en América". La impecable interpretación de Robert de Niro, James Wood y Elizabeth McGobern, unida al soberbio trabajo musical de Ennio Morricone, hizo del film, no sólo un clásico del género del "crimen y mafia", sino un auténtico lucimiento épico de una historia representativa de los años 30 y 40, como un homenaje al "cine negro" de entonces. Tanto es así, que entiendo que es la única película que, sin quererlo y sin pretender definirse como "film noir", consigue serlo y sin necesidad de una filmación en "blanco y negro".
Rita Hayworth, "mujer fatal" en "La dama de Shanghai" |
Joan Bennett, con su retrato enmarcado en "La mujer del cuadro" y "Perversidad". Debajo, otra escena de este film con Edward G. Robinson. A la derecha en "La cicatriz" y "Almas desnudas". |
Joan Bennett, aunque alternando después otros trabajos de rodaje, en 1947 hace dos nuevos filmes de "cine negro": "Una mujer en la playa", que dirige Jean Renoir y con Robert Ryan en el reparto, y "Secreto tras la puerta", dirigida una vez más por Fritz Lang y de la que, extrayendo otro comentario del crítico Morales, diría "Interesante drama psicológico, dirigido con habilidad y sentido del suspense. No es clásico, pero tiene algunas escenas realmente conseguidas". Años después rodaría "La cicatriz" (1948) y "Almas desnudas" (1949), ésta con James Mason en el reparto. Después de estos dos nuevos trabajos de cine negro, Bennett no vuelve a trabajar en este género que tanto la acreditó. Lo cierto es que, hasta el 71, en que se retiró del cine, pues después haría televisión, solo destacaríamos un par de películas. Una sería "El padre de la novia" (1950), una comedia romántica de Vicente Minelli y que Bennet protagonizaría con Spencer Tracy y Elizabeth Taylor. La otra, "Siempre hay un mañana" (1950), un melodrama que dirige Douglas Sirk y que co-protagoniza con Barbara Stanwick y Fred McMurray.
Joan Bennett, de nombre original Joan Giraldine, fue una actriz tan versátil en la interpretación, que le permitió aparecer en las comedias con tanta facilidad como para sus otros papeles más habituales en el melodrama. Desafortunadamente, un suceso luctuoso que le afectó directamente, acabó con su carrera debido a la publicidad que ocasionó el atentado de su marido contra quien era el agente de la actriz y debido a un ataque de celos. A partir de entonces, los directores con los que habitualmente trabajaba se le retiraron y apenas le ofrecieron más contratos, aparte de la televisión para la que hizo algunas series. En cuanto a su vida personal, aparte de las cuatro veces que contrajo matrimonio, no se le conocen otra relaciones sentimentales, aparte del escándalo que originó la agresión criminal de su segundo marido cuando intentó matar a su agente artístico, y con quien se sospechaba podía tener una aventura. Tenía entonces 40 años, falleciendo a los 80 en 1990.
Linda Darnell. Nacida en Dallas, Estados Unidos, en 1924 y fallecida muy joven, en 1965 a causa de un accidente. Desde muy joven, a los 11 años, comenzó a trabajar de modelo, y hasta los 16 años, en que fue contratada por primera vez en una película, también hizo teatro. A esa edad trabajó con Tyrone Power en "El signo del zorro", repitiendo con el actor en "Sangre y arena" y cuando aún no había cumplido los 17 años. En 1944, cuando aún sólo tiene 20 años, es dirigida en "Extraña confesión" por Douglas Sirk y con George Sanders en el reparto. En el mismo año hace "Sucedió mañana", dirigida por René Clair. En 1945 trabaja en "Concierto macabro", su primer "cine negro" y que dirige John Brahm. Y es en 1945 cuando en la película de "Fallen Angel" ("¿Ángel o diablo?"), dirigida por Otto Preminger y con Dana Andrews en el reparto, obra maestra del género, consigue el estrellato.
Impresionante la belleza de Linda Darnell. Aquí la podemos ver envuelta en colores pertenecientes a fotogramas de otros de sus filmes. |
Linda Darnell, de nombre original Monetta Eloyse, tuvo un desarrollo físico tan rápido que a los 11 años ya aparentaba un cuerpo de adolescente, razón por la que consiguió su trabajo de modelo, pasando a los 16 como una mujer adulta y mintiendo en su edad cuando a los 16 consiguió así su primer contrato como mayor de edad, encontrando fácilmente su rol de "femme fatale", más que de novia virginal. En cuando a su vida personal, se habló mucho de su inestabilidad y de su espiral de relaciones sentimentales que alternaba con sus matrimonios. No había terminado con una aventura y ya tenía otra. Sus devaneos más conocidos estuvieron relacionados con Mickey Rooney, cuando sólo tenía 16 años; con Howard Hughes, cuando tenía 22; con Mankiewicz, a los 24. Durante años fue conocida como "la chica de la cara perfecta".
Jane Greeer, una de las bellezas clásicas más sugerentes del "cine negro". |
Loretta, la clásica candidez en una mujer fatal del "cine negro". |
Arriba, Ann Todd, primer plano y una escena de "El proceso Pradine", con Gregory Peck. Debajo, la imagen de Ginger Rogers y una escena de "Testimonio fatal", con Edward G. Robinson. |
Ginger Rogers. Nacida en 1911 en EE.UU. De nombre original Virginia Katherine. Además de actriz, fue cantante y bailarina, razón por la que su carrera, de la que se conocen casi 80 filmes, se centró generalmente en los musicales, siendo pareja de Fred Astaire en al menos diez películas. Sin embargo, se le conocen algunos títulos de comedia de intriga, aparte de tres filmes de "cine negro", aunque ya en la segunda etapa de su historial en el cine, razón por la que la incluimos en este reportaje antológico citando esos filmes que protagonizó en este género. "Aviso de tormenta" (1951), en la que trabajó con Doris Day. "La viuda negra" (1954), con Van Heflin y Gene Tierney. Y "Testimonio fatal" (1955), con Edward G. Robinson. En 1964 se retiró de los rodajes.
Hedy Lamarr. De nacionalidad austriaca, nacida en Viena en 1914 y de nombre original Hedwig Eva María Kiesler, era hija de un banquero y de una pianista húngara, ambos de origen judío. De pequeña, era tan superdotada que a los 16 años empezó a estudiar ingeniería, aunque abandonó la carrera por su afición al cine. Comenzó como ayudante, de un famoso director alemán. Sólo tenía 19 años. Ese mismo año, en 1933 ya protagonizó su primer film, una película checa titulada "Extasis" y por la que se hizo mundialmente famosa por realizar el primer desnudo integral en el cine y la primera simulación de un orgasmo haciendo el amor. (El enlace permite ver la película completa). Durante los 4 años siguientes, interrumpiendo su actividad artística, los dedicó al estudio de las comunicaciones inalámbricas a larga distancia, tema que ya había iniciado antes durante su carrera de ingeniería y que aplicaría después en la tecnología armamentística, cediendo la patente de su invento sobre "la conmutación de frecuencias" a los EE.UU. Luego, ya residiendo en el país norteamericano conoció a Louis Mayer, de la MGM. El ejecutivo de la productora la contrató para hacer sus primeros papeles. Es en 1938 cuando protagoniza su primera película estadounidense. Se trata de "Argel", una aproximación al "cine negro". que dirige John Crowell junto a Charles Boyer. En los 10 años que le siguieron, Hedy Lamarr rueda una veintena de trabajos, entre los que cabría destacar como filmes de intriga "Encrucijada" (1942), con William Powell en el reparto, y "Noche en el alma" (1944). Es la película "Mujer sin pasaporte" y que dirige Joseph Lewis, la que mejor caracteriza a Lamarr como una mujer fatal.
Yvonne De Carlo. Nacida en 1922 en Vancouver, Canadá. De ascendencia siciliana y escocesa y nombre original Margaret Yvonne Middleon. De niña recibió clases de cantó y abandonó la escuela para trabajar en clubs nocturnos. En 1940, preocupada su madre por la dudosa vida que llevaba en el último cabaret en el que trabajaba, se la llevó a Los Ángeles. En aquel mismo año, cuando acababa de cumplir los 18, ganó un concurso de "mises", siendo descubierta por un cazatalentos de la Paramount. Así, comenzó a hacer pequeños papeles ya con su nombre artístico, tomando el apellido De Carlo de su madre. La consagración de Yvonne De Carlo se produjo en 1947 con "Fuerza bruta", un drama carcelario, con Burt Lancaster y en que aparece como actriz de reparto. En 1949 protagoniza "El abrazo de la muerte", un buen "cine negro", una historia sórdida pero con un ritmo tenso y de auténtico suspense, dirigida por Robert Soidmak y co-protagonizada de nuevo por Lancaster, describe a Yvonne como una "femme fatale" tan bella como peligrosa. De todas formas, la mayoría de su trabajo en los rodajes fueron películas de aventuras o westerns, siendo tan prolífica en su carrera que no se retiró hasta cumplidos los 70 años. Aún así, había que citar este excelente "film noir" para nuestra "negra" antología.
Recordemos que, como ya se dijo, en este blog y en artículos anteriores, se trataron entonces otras actrices que representaron, algunas con más protagonismo si cabe, precisamente el "cine negro". Tal vez, y una vez mas como epílogo de la representación de este género, deberíamos de referirnos a títulos que fueron míticos. Tales como "Desvío/Detour" (1945), con Ann Savage, "Gilda" (1946), con Rita Hayworth, "Forajidos" (1946), con Ava Gardner, "La senda tenebrosa" (1947), con Lauren Bacall, "La fuerza del destino" (1948), con John Garfield, "Al rojo vivo" (1949), con Virginia Mayo, "La casa en la sombra" (1950), con Ida Lupino, "Los sobornados" (1952), con Gloria Grahame, "La casa número 322", con Kim Novak. Y uno más, quizá el último de la etapa clásica del género: "La noche del cazador" (1955), con Robert Mitchum y que dirigió Charles Laughton. Se hicieron críticas de esta películas, tales como "El más perverso cuento de hadas de la historia del cine" (M.A.Palomo, de El País), o "La película más inquietante de la historia del cine" (Carlos Boyero, de El Mundo), o "Una de las películas más perversas de la historia del cine, con uno de sus más grandes villanos" (Wilmington, del Chicago Tribune").
Decía Antonio Santamarina sobre el "cine negro", a propósito de la temática criminal y de la situación extrema y del potencial peligro de sus personajes, en el marco de las películas del género: "tienen un fuerte contenido expresionista en la estilizada formalización visual de sus imágenes. Son películas que ofrecen, desde la ambigüedad en que se instalan, un retrato metafórico y en presente de los males que aquejan a la sociedad".
De izquierda a derecha, Rita Hayworth en "Gilda", Martha Vickers en "The Big Sleep", Joseph Cotten en "El tercer hombre", Orson Welles y Charlton Heston en "Sed de mal". |
De arriba a abajo, Veronica Lake en "Contratado para matar", Gloria Grahame en "La última coartada" (dos escenas), Lana Turner en "El cartero siempre llama dos veces" (dos esdenas) |
Y en definitiva, si contemplamos la atmósfera que envuelve la calidez humana en el "cine negro", el amor, la amistad y el respeto pierden sus valores morales. El ser humano vive en un mundo oscuro y confuso, absolutamente ambiguo y proclive a un estado de violencia permanente. Además, el cine negro se caracteriza, aunque solo en parte, por un comportamiento "machista", visto desde una perspectiva actual y en el contexto de una realidad de agresión a la dignidad de la mujer, y del que por cierto suele ser la propia "mujer fatal" la que interviene en fomentar esa posición que unas veces degenera y otras se explota o se lucra, porque es la "femme fatale" la que, a través de su "fatal atracción", lleva a la ruina o a la perdición, al héroe o anti-héroe, o incluso al amante o enamorado.
Por cierto, frases como éstas describen muy bien esa atmósfera, esa mundo a veces tan atormentado: "Eres como una hoja a la que el viento lleva de una cloaca a otra" (Robert Mitchum en "Retorno al pasado"), "Ambos estamos podridos" (Barbara Stanwyck en "Perdición"), "¿Víctimas? No seas melodramático. Dime, ¿te sentirías culpable si alguno de estos puntos se dejan de mover para siempre?" (Orson Welles, subido en una noria en "El tercer hombre"), "Te lo digo por última vez, Rick, no te enamores de mi. Sólo quien se respeta a si mismo sabe amar; yo no me respeto a mi misma" (Lauren Bacall a Kirk Douglas en "El trompetista").
Finalmente, no hemos de olvidar alguna de las técnicas de realización de este cine, ni una parte de la iconografía, más que de la escenografía, el marco y escenario que definió una peculiaridad del estilo del género. Por una parte, en cuanto a la técnica narrativa que suele usarse a veces, el cine negro suele acudir a menudo al flash back o a la voz en off, técnica que en ocasiones tuvo un efecto contrario a la claridad narrativa de la trama o la elocuencia visual del poder de la imagen "en blanco y negro" y a la riqueza de sus claroscuros. Por otro lado, recordemos los elementos figurativos, parte de la inconografía que rodeaba a los personajes del cine negro en sus escenas. Bares y garitos, hoteles baratos y moteles, cabarets y salas de juegos, despachos destartalados, a veces siniestros, calles nocturnas con anuncios de neón, parques de atracciones. Sin olvidad, por supuesto, el cínico detective de oscuro pasado, la seductora cantante del club nocturno, la complicidad del camarero de barra, o el desagradable y vulgar gánster de turno. Como tampoco puede faltar en la escenografía el impacto de la típica escena nocturna con su claroscuro tan premonitorio de amenaza o peligro y que suele potenciar un fría lluvia en un lugar solitario, junto a la fuerza sugerente de una justa y adecuada banda sonora y que nos va a delatar lo que puede suceder en esa misma escena. Imprescindible pues, la composición musical que describa la dinámica de los escenarios del film, adaptándola al juego interpretativo de sus personajes, a sus recovecos psicológicos e incluso anticipando a los momentos claves de la trama. La música en la realización de un "film noir" debe ser tan elocuente y expresiva como para interpretar toda una escena ausente de diálogos, porque, en ocasiones es la imaginación la que debe describir el contenido de una parte de la trama.
Por tanto y en cuanto a la música, imprescindible tener en cuenta algunos de los nombres más prestigiosos como compositores de bandas sonoras para el "cine negro", para lo que citaremos al menos los trabajos de dos filmes por autor: Max Steiner ("El sueño eterno", "Al rojo vivo"), Miklós Rózsa ("La ciudad desnuda", "El abrazo de la muerte", "Perdición", "Forajidos", "La jungla del asfalto"), Alfred Newman ("Carta a tres esposas", "Nido de víboras"), Bernard Hermann ("Concierto macabro", "Vértigo"), Hans Salter ("Perversidad", "Almas desnudas"), Arthur Lange ("La mujer del cuadro", David Raksin ("¿Ángel o diablo", "Laura"), Roy Webb ("Retorno al pasado", "Encadenados"), Dimitri Tionkin ("Jennie", "La sombra de una duda"), Franz Waxman ("El proceso Paradine", "La senda tenebrosa"), Henry Mancini ("Sed de mal", "Chantaje contra una mujer), e incluso Anton Karas, al que por un encuentro casual con el director Carol Reed, se le debe esta única banda sonora que compuso para "El tercer hombre".
Y para terminar, nada mejor que una legendaria frase pronunciada en el "cine negro", para entender que no todo era cinismo, engaño, indecencia, codicia o inmundicia: "Nací cuando ella me besó, morí el día que me abandonó y viví el tiempo que me amó" (Humphrey Bogart, en "Un lugar solitario").
Ángel González "Rusty Andecor"
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