Garbo - Dietrich - Kelly - Hepburn.. Cuatro mitos del cine.

Garbo - Dietrich - Kelly - Hepburn.. Cuatro mitos del cine.
Estrellas leyendas del cine dorado. Escenas con intriga y misterios, ilusión y desengaños, amores y traiciones, pasiones y odios. Son algunas de esas grandes estrellas, entre el universo de los mitos del cine. Estrellas del fascinante cine en “Blanco y Negro”. (Clic imagen portada)

viernes, 19 de mayo de 2017

Elizabeth Taylor. La estrella de cine de los ojos color violeta

Famosa por su espectacular y deslumbrante belleza, no fue
menos meritorio su talento interpretativo.
Elizabeth Rosemond Taylor  (Clic en su nombre). Británica, nacida en Londres (1932-2011). Conocida también como Liz Taylor, desarrolló sus estudios dramáticos y toda su carrera en Estados Unidos, siendo elogiada desde muy joven en sus papeles dramáticos, aunque sus primeros pasos de actriz se remontan desde muy niña, empezando a destacar en personajes de adolescente, como en los que interpretaba en los films "Traición" y "Mujercitas". Se dio a conocer en "El padre de la novia" y "El padre es abuelo", ambas producidas en 1949, aunque su primer gran éxito fue como protagonista en "Un lugar en el sol", del 1951. Le siguieron otras muchas producciones, unas con más éxito, otras menos relevantes. Quizá, el primer film importante de su carrera fue "Gigante" (1956), que rodó junto a Rock Hudson y James Dean, Liz solo tenía 24 años. Sin embargo fue "La gata sobre el tejado de cinz" que dirigió Richard Brooks en 1958 y protagonizada con Paul Newman, la película que la lanzó al estrellato. Liz Taylor se había convertido a los 26 años en la reina de Hollywood. Le seguirían "De repente, el último verano" (1959), "Cleopatra" (1963), "Castillos en la arena " (1965), "¿Quién teme a Virginia Wolf'" (1966), las tres últimas, y otras que le siguieron, todas ellas con Richard Burton, el hombre y la pasión de su vida, tales como "La mujer indomable" o "Pacto con el diablo", ésta última de 1972. Después vendría el declive, la decadencia de una estrella que había llegado demasiado alto, y Taylor se refugiaría en series de televisión y películas de bajo coste. (Clic en títulos marcados, para trailer, fragmento o film completo).
  
Su estilo y su clase eran de una auténtica diva del cine, pero
su talento interpretativo superó a la aureola como estrella.
Elizabeth Taylor, a sus 79 años cuando falleció, había sido la última reina de Hollywood y -como escribieron los titulares cuando murió- "la última estrella del viejo y dorado cine", y ello tras una vida entregada al cine, pero también a la pasión de los hombres, porque necesitaba de su pasión,  como así revelaron los ocho matrimonios que llegó a contraer, aunque con Richard Burton se casó dos veces. Otra debilidad fueron las joyas; y es que necesitaba reflejarse en su resplandor, como si quisiera competir con su belleza. Pero su vida también estuvo marcada por su pésima salud. Y en cuanto a lo que personalmente he visto de "la actriz de los ojos color violeta", puedo decir que, en mi dedicación como estudioso de "las estrellas del cine en blanco y negro", ha sido uno de los talentos interpretativos más privilegiados de la historia del "séptimo arte"; prueba de ello fueron sus innumerables premios y distinciones, obtenidos a lo largo de su carrera. Recibió dos Oscar, por "Una mujer marcada" (1960) y por "¿Quién teme a Virginia Wolf?", además del Oscar honorífico antes de fallecer. Fue además la primera actriz que cobró un millón de dólares por su actuación en una película; por cierto, que trabajó en más de 50 películas a lo largo de 7 décadas, pues su primer papel lo interpretó a los 9 años. Pero también se distinguió por su labor humanitaria, concretamente en la lucha contra el Sida, responsabilidad con la que se comprometió después de comprobar y sufrir la enfermedad en su amigo Rock Hudson. Entre otros reconocimientos, se concedieron el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia, en 1992, y el título de Dama del Imperio Británico, por la Reina de Inglaterra, en el 2000.
  
Se decía de Liz Taylor que era tan bella y seductora como
pasional y tormentosa en sus relaciones.
Pero la genialidad interpretativa de Elizabeth Taylor (clic nombre) no debió ser la única virtud de su talento. Liz tenía un ingenio especial para decir las cosas con un sentido del humor, unas veces de forma ingenua pero divertida, otras con una ironía incisiva casi cruel, tal y como, en ocasiones, solía aparecer en sus clásicos personajes, con aquel tono sarcástico y mordaz, y a veces, en actitud destructiva.
  

Entre las frases que se atribuyen a Elizabeth Taylor, citaba contradictoriamente "Es extraño que los años no enseñan paciencia, que mientras menos tiempo tenemos, más grande es nuestra capacidad de esperar"Otra decía: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos". Recordemos que ella era muy vehemente e impetuosa, que todo lo llevaba a cabo de forma pasional. De ahí que dijera: "Siempre he admitido que mi mayor guía ha sido la pasión". Personalmente, yo creo que le inquietaba mantener la esperanza y le torturaba la incertidumbre del mañana. Decía: "La vieja esperanza es la más dura de perder". Como también citaba: "Cuando las personas dicen "ella lo tiene todo", solo tengo esta respuesta: "no tengo el mañana". Por cierto, era muy recelosa, incluso desconfiada de la lealtad de sus amigos; solía decir "Descubrirás quienes son tus verdaderos amigos, cuando te metas en un escándalo". Incluso "Los amigos te dan la vuelta cuando dejas de tener éxito en tus trabajos y cuando pierdes tu mayor atracción". De ahí que, al final, solo confiara en su "amigo del alma", en Rock Hudson, ni siquiera en sus maridos (ni en Richard Burton, con el que se casó dos veces), y después de fallecer aquél en Michael Jackson, al que curiosamente ella bautizaría como "El rey del Pop".
  
Era una de las últimas fotos que Liz se hizo con Rock Hudson,
su compañero de confidencias y "amigo del alma".
Entre sus anécdotas he elegido la más entrañable y emotiva que encontré entre las hemerotecas de los famosos del cine. Y es que hace años, el mundo supo, primero con sorpresa y tristeza después, que la homosexualidad de Rock Hudson, que por cierto nadie conocía en aquellos años, fue la causa de que éste contrajese aquella desconocida, entonces terrible enfermedad, el Sida; un mal pandémico que a lo largo de los años asoló cruelmente la vida de millares de personas. Liz Taylor había sido amiga inseparable de Rock Hudson desde que fueron compañeros de rodaje en "Gigante". Ella decía de él que era su "amigo del alma"; él decía de ella que era su única y verdadera amiga. Siempre hubo complicidad entre ellos y esa relación no era impedimento en las parejas que la Taylor tuvo a lo largo de los años. Liz solía decir de Hudson que el color violeta de sus ojos se lo dedicaba a él porque, teniendo en cuenta que ese color es símbolo de la eternidad, ella quería tenerlo como eterno amigo, más allá de la vida. Un día Rock acordó con su amiga Liz crear un cóctel al que luego llamarían "Chocolate Martini". Llevaba una parte de vodka, otra de sirope de chocolate, a lo que añadían dos o tres cubitos de hielo; pero no llevaba "Martini". Una última anécdota de la Taylor fue su inestimable amistad con Michael Jackson, del que solía decir que era el ser más generoso que había conocido nunca. Curiosa la vida de Elizabeth Taylor; no podía vivir sin la pasión y el amor de sus hombres, con los siete con lo que se casó, pero tampoco pudo vivir sin la amistad entregada e incondicional de sus dos amigos, primero con la de Rock Hudson, hasta que falleció en 1985, después con la de Jackson.

Elizabeth Taylor, bella y espectacular, deslumbrante y seductora, una de las últimas divas del legendario Hollywood. Y la última estrella del viejo y dorado cine americano. Sin embargo este era un titular para llamar la atención de la luz de su estrella. Para mí, Liz Taylor fue mucho más; una intérprete inigualable e insustituible en clave de drama; nadie como ella para un personaje atormentado, pasional y eminentemente dramático.